jueves, 2 de diciembre de 2010
domingo, 21 de noviembre de 2010
Jagged little pill.
ay, ay, ay, cómo me sorprendo a mí misma a veces. me sorprendo y me sorprendo haciendo o diciendo o pensando cosas que no debería. a veces mi actitud hacia la vida o hacia determinadas personas depende de lo que soñé la noche anterior. cuando sueño que alguien me lastima de alguna forma, lo quiero menos, y viceversa. el otro día soñé con Rada. hay pocas personas que hayan tenido tan poca relevancia en mi vida como Rada, pero allí estaba. manejaba un patrullero e iba vestido de policía y se bajó del auto y se acomodó el cinturón y me guiñó el ojo. ojo! no de una forma lasciva, me lo guiñó cómplice nada más. bueno, el punto es que ahora lo aprecio mucho más. lo que perdí de vista es el punto de lo que estoy escribiendo. y es que lo que quiero decir o lo que está en mi mente es algo que no puedo decir. soy la autocensura personificada. es que no se puede vivir de impulsos, no? las cosas no saldrían bien. y qué hay de vivir de represiones? yo necesito mucho movimiento. necesito que pasen cosas. y necesito ir para adelante o necesito moverme. necesito poder pensar en lo que me viene y saber que esas pequeñas cápsulas de tiempo que son las horas, van a estar llenas de cosas. y una vez que las consumo apurando el trago y atragantándome un poco (es que me cuesta tragar pastillas), inmediatamente debo fijar la vista en la que se viene. qué es el presente? qué es este momento? este es un momento vacío. no hay nada acá. no hay sentido. tengo miedo. me muero de miedo de esta sensación horrible. qué carajo hago acá? antes, "ser" era otra cosa. tenía otro significado. o era suficiente. no, capaz que suficiente no. pero no había necesidad. yo era. éramos. y entonces las pequeñas cápsulas de minutos explotaban y chapoteábamos en los charcos del tiempo. me gustaba cuando nadábamos.
sábado, 20 de noviembre de 2010
Y dieron las doce.
lluvia de lágrimas que se choca con la amarga dulzura de una grappamiel hace tiempo olvidada
las primeras noches en velo color blanco de tu espalda
echar la cabeza hacia atrás y sentirte entre mis piernas
todos los segundos que pasan, segundos perdidos
el universo que se reducía cuando apretabas mi mano
tu respiración arrullándome en la oscuridad
la humedad que se colaba entre nuestros cuerpos enredados
festejo agridulce que celebro en soledad rodeada de fantasmas
pues yo nací junto a ti en este día
las primeras noches en velo color blanco de tu espalda
echar la cabeza hacia atrás y sentirte entre mis piernas
todos los segundos que pasan, segundos perdidos
el universo que se reducía cuando apretabas mi mano
tu respiración arrullándome en la oscuridad
la humedad que se colaba entre nuestros cuerpos enredados
festejo agridulce que celebro en soledad rodeada de fantasmas
pues yo nací junto a ti en este día
sábado, 13 de noviembre de 2010
Esto pienso yo.
No importa lo que digan las horas de terapia, yo también te conozco muy bien. Te quieren justificar y clasificar. Quieren explicarte los motivos, los trasfondos, las historias. Decirte por qué te sientas con soltura en su asiento de cuero demasiado grande para tu pequeña figura; y también por qué aún adorna tu esbelto tobillo ese lazo rojo del que tiempo atrás deberías haberte desecho. Pero eso tú ya lo sabes, o bien, no importa. Quieren desmitificarte y convertirte en un complejo entramado de traumas de infancia, de patrones repetidos y leyes de comportamiento que se destacan por lo eterno e irrevocable.
Pero tú eres más que tu historia. Eres más que tu pasado. Yo lo sé porque te veo más que cualquier otro. Eres una niña. Eres pequeña, muy pequeña. Y pareces no crecer. Ahí es donde se equivocan, ¿lo ves, verdad? Al tratarte como un adulto, cuando todavía tus grandes ojos de caricatura lo ven todo como por primera vez. Posees un anacronismo autoimpuesto. Porque forzada a crecer como el niño en las calzas verdes, tomaste la decisión consciente de no hacerlo. Claro que quizás a ti te falte el Nunca Jamás, puesto que por ahora, solo lo encontraste en sueños.
Y de ahí buscan pescarte con las pinzas heladas de la prudencia, mientras tu corres por los pasillos de los recuerdos como lo hizo Jim Carrey cuando no se llamaba así. No entienden que no puedes evitarlo. Que a ti te atrae lo brillante, y que de carnada en sus desagradables cañas, usan pedazos de carbón. No entienden que aún te quema los ojos su inolvidable resplandor. Recuerdas aún ese primer momento en que se imprimió en tu retina, porque la modificó para siempre. Ahora solo parecieras ver con claridad lo que se encuadra en ese precioso lugar que ocupó ella esa primera vez, lo demás permanece fuera de foco. Y buscarás para siempre aquello que lo llene como la primera vez, como la única vez que ha importado.
Admito que es cierto que no salió como tú querías. En eso, creo yo, estamos todos de acuerdo. Tus pueriles expectativas chocaron estrepitosamente contra el mundo de la adultez, dándole pie a todos ellos para desmenuzarte con crueldad y curiosa repulsión. ¡Pero tú debes negarte a caer! Despójate de epítetos salpicados en perversión, decanta todo aquello. Nosotras estábamos ahí cuando sucedió y podemos afirmarlo. Fue puro y sincero e ineludible y hermoso y magnífico y mágico y primitivo. Y fue puro. Y fue sincero. Y fue de verdad. Y fue enorme. Es cierto, fue enorme. Y es todavía. Y lo será para Siempre Jamás.
Pero tú eres más que tu historia. Eres más que tu pasado. Yo lo sé porque te veo más que cualquier otro. Eres una niña. Eres pequeña, muy pequeña. Y pareces no crecer. Ahí es donde se equivocan, ¿lo ves, verdad? Al tratarte como un adulto, cuando todavía tus grandes ojos de caricatura lo ven todo como por primera vez. Posees un anacronismo autoimpuesto. Porque forzada a crecer como el niño en las calzas verdes, tomaste la decisión consciente de no hacerlo. Claro que quizás a ti te falte el Nunca Jamás, puesto que por ahora, solo lo encontraste en sueños.
Y de ahí buscan pescarte con las pinzas heladas de la prudencia, mientras tu corres por los pasillos de los recuerdos como lo hizo Jim Carrey cuando no se llamaba así. No entienden que no puedes evitarlo. Que a ti te atrae lo brillante, y que de carnada en sus desagradables cañas, usan pedazos de carbón. No entienden que aún te quema los ojos su inolvidable resplandor. Recuerdas aún ese primer momento en que se imprimió en tu retina, porque la modificó para siempre. Ahora solo parecieras ver con claridad lo que se encuadra en ese precioso lugar que ocupó ella esa primera vez, lo demás permanece fuera de foco. Y buscarás para siempre aquello que lo llene como la primera vez, como la única vez que ha importado.
Admito que es cierto que no salió como tú querías. En eso, creo yo, estamos todos de acuerdo. Tus pueriles expectativas chocaron estrepitosamente contra el mundo de la adultez, dándole pie a todos ellos para desmenuzarte con crueldad y curiosa repulsión. ¡Pero tú debes negarte a caer! Despójate de epítetos salpicados en perversión, decanta todo aquello. Nosotras estábamos ahí cuando sucedió y podemos afirmarlo. Fue puro y sincero e ineludible y hermoso y magnífico y mágico y primitivo. Y fue puro. Y fue sincero. Y fue de verdad. Y fue enorme. Es cierto, fue enorme. Y es todavía. Y lo será para Siempre Jamás.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
¡BASTA!
No puedo creerlo. Simplemente no puedo concebir que en el siglo XXI se siga dando esto. El solo hecho de imaginarme un niño (¡sí, un niño!) de 14 años concibiendo la idea de quitarse la vida me es insoportable. Imaginarlo día a día pensando en cuál sería la mejor forma de hacerlo. Imaginar a alguien tan joven creyendo que no tiene otra alternativa, que la vida va a ser un constante sufrimiento. Tener miedo todos los días. Ir al liceo aterrorizado, ir al liceo preparado para que lo insulten, para que le golpeen, para que abusen de él sin piedad. ¿Por qué? ¿Porque es puto? ¿Porque le gustan los varones? Pero no es necesario imaginarlo. No, esto sucede todo el tiempo. Piensen. Al menos por un segundo traten de verlos -yo los imagino como pequeñas lucecitas con forma de persona titilando en un inmenso mapa sumido en la oscuridad - imagínenlos de veras, a todos ellos y a todas ellas, paseándose por los pasillos del liceo intentando pasar desapercibidos, viendo a los hijos de puta que los insultan e intentar evitarlos, corriendo al baño a lavarse las heridas, encerrados en sus cuartos llorando, pensando que nunca va a parar, que son odiosos, que son un asco, o que todo el mundo es un asco. Me tiemblan las manos al pensar en el momento en que finalmente toman la decisión. En que prefieren morir. MORIR. Se van. Se fueron ya. Dios santo y la puta que la parió. ¿Cómo mierda puede ser esto? ¿No somos un ASCO todos que no logramos evitarlo? Porque NO, no son solo los abusadores ignorantes de mierda, somos TODOS. Es difícil imaginar que los abusadores son una mayoría y que contra ellos no se puede luchar, ¿entonces, si somos más, por qué no enfrentarlos y acabar con esto de una vez por todas? ¿Vivo en un mundo en que a la gente no se le puede dejar ser? ¿Vivo en un mundo en que la gente siente y debe morir para escapar al abuso? No puedo creer que no haya nada mejor que podamos hacer. No puedo creer. No lo puedo creer.
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Whatever. Es noviembre. 10 de noviembre. Falta poco. Estoy sensible.
¿Se puede extrañar a la misma persona toda la vida? ¿Es posible que sienta tu ausencia todos los días de mi vida? ¿Podré acaso resistirlo? Y, no lo entiendo, ¿se puede considerar como extrañar de veras? Ay, ¿cómo explicarme sin explicarme? Yo puedo. Yo puedo abrirme paso entre la gente. Puedo derrotar a cualquier obstáculo que se me ponga en medio para tenerte otra vez. Probablemente tú también puedas. Si querés, ¿si creés que deberías? Ah, sí. Ahí está el tema. Entonces, ¿qué? ¿Solo queda extrañar? ¿Solo queda imaginarte? Pero es que no entendés, hermosa. Sí, hermosa. Me permito decírtelo esta vez. Hermosa-hermosa. No entendés nada. Yo te vengo imaginando hace años. Te vengo imaginando desde que tengo memoria, ¿sabés? A ti. Te conozco desde que tengo memoria. Y luego te vi. Hermosa. Acabo de llegar a casa, y no sabés. Cuando abrí la puerta del ascensor, en el límite de este y el suelo, apoyada sobra la rendija que los divide, me encontré con una prenda tuya que robé hace ya un tiempo. ¿Cómo es posible? Digo, sí, siempre existe la explicación lógica, ¿no? Sé cómo es posible. Pero eso no es relevante. ¡Estaba ahí! ¡Estaba ahí! De entre todas las cosas, fue la tuya que me dio la bienvenida de vuelta a casa. Lloré instantáneamente. (¿Como siempre?) Y la abracé. Y la bese. Y la miro y sonrío. ¿Hay señales? ¿Existirán acaso estas cosas? Necesito magia. Necesito algo místico. Algo que me diga que trasciende de mí, que por más insoportable que se me haga, hay cosas más importantes en juego. Hay movimientos en el cosmos. Movimientos provocados por tú y yo. Por lo que yo siento por ti. No me sorprendería. Es infinito. Es todo. Es omnipotente. Está en todos lados. Ahí cuando te pinchen las plumas del acolchado. Allí cuando le agregue adobo a la salsa. Ah, cuando abrace a Bind por las noches. Todas. TODAS. ¿Podés entenderlo? Sos todas la noches. Toda la oscuridad vacía, ahora, toda la oscuridad infinita. Toda la que desaparecía de repente, como quebrada por el rayo de luz más grande, cuando ponía mis manos entre tus piernas y descansaba mi cabeza en tu hombro.
domingo, 7 de noviembre de 2010
Happy Together.
Hay tantas muchas cosas que quiero decir. Hay tantas muchas cosas que solo me he dicho a mí misma, porque, después de todo, ¿cuál sería el punto de contártelas? Ya nada va a cambiar. Acostumbrarse o morir. Y acostumbrarse implica morir un poco. Es una paradoja imposible: ir en búsqueda de mi felicidad, solo traería destrucción, y no solo la mía. Entonces, no sé qué estoy haciendo acá. No sé nada. Al carajo, justamente quería evitar este tipo de textos, solo quería recomendar lo siguiente:
Esta película.
Esta película.
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miércoles, 3 de noviembre de 2010
Verte.
Verte y estallar en voluptuosidades. Verte y confundirnos como estalactitas y estalagmitas al borde de la extinción, deshaciéndose en sudores de agua dulce. Verte y compartir el mismo punto en el espacio. Verte y sumergir mis manos en el océano de tus cabellos y que un Neptuno irritado me haga naufragar en el centro para ser para siempre guardia de la entrada a los pensamientos más bellos que jamás existieron. Verte y ver solo blanco, blanco brillante, blanco enceguecedor y luchar entre la luz y hacerme paso entre la claridad para encontrarte y apagar, quizás, el interruptor por un instante para verte un poco más sin lastimar mis ojos. Verte y desnudarnos antes de tocarnos. Verte. Verte y desdibujar las huellas de mis pasos para ya no volver. Verte y olvidarnos de estas palabras. Verte para siempre y ya no ser.
domingo, 31 de octubre de 2010
De cuando la razón se impone al deseo.
¿Sería tan difícil vivir momentos
sin crear recuerdos?
¿Vivirlos hasta que se apague la llama
y que no quede rastro alguno de ellos?
Sumergirse entonces despreocupada
sin el peso de una angustia anticipada;
solo la satisfacción plena
de ir en búsqueda de lo que uno desea.
Eso quisiera ahora.
Disfrutarte sin consecuencias.
sin crear recuerdos?
¿Vivirlos hasta que se apague la llama
y que no quede rastro alguno de ellos?
Sumergirse entonces despreocupada
sin el peso de una angustia anticipada;
solo la satisfacción plena
de ir en búsqueda de lo que uno desea.
Eso quisiera ahora.
Disfrutarte sin consecuencias.
lunes, 25 de octubre de 2010
(26)
hay días que mejor dejarlos quietos
así es que aquí estoy
dejándolo quieto
ya no contando
nunca más computando
días sin importancia
que hace tiempo ya
perdieron su significado
así es que a arrancar el almanaque
a despegar sus hojas
y quemarlas en la vereda
ver los días de tinta y papel
consumirse de agosto a agosto y casi noviembre
la tinta derritiéndose
dibujando mis pensamientos
y deletreando los dos números
que comenzaron la odisea.
así es que aquí estoy
dejándolo quieto
ya no contando
nunca más computando
días sin importancia
que hace tiempo ya
perdieron su significado
así es que a arrancar el almanaque
a despegar sus hojas
y quemarlas en la vereda
ver los días de tinta y papel
consumirse de agosto a agosto y casi noviembre
la tinta derritiéndose
dibujando mis pensamientos
y deletreando los dos números
que comenzaron la odisea.
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sábado, 23 de octubre de 2010
¿Dónde están los finales felices?
Esto no es para ti.
Y fueron felices para siempre. ¿Pero cómo? Nunca me explicaron qué tenía que hacer luego de batallar con dragones. Quizás es porque nunca logré matarlos del todo. Pero a veces parecían la Hydra de Hércules, en cuanto mataba uno, dos más tomaban su lugar. No soy ninguna heroína. No pude salvarte. No pude salvar a nadie jamás. No podré salvarte a ti tampoco. Pero lo intento. Me arrastro vencida antes de desangrarme. Y te dejo con los dragones. Cobarde.
Hay un niño, un niño a quien llamaré M. Lo conozco desde que era muy pequeño, aunque no llego a verlo más de dos veces por año. Él tiene nueve años ahora. Y ya los dragones lo acompañan desde hace un par de años atrás. Nunca tuvo oportunidad. Los dragones fueron conjurados por su madre para protegerlo, pero se tornaron en contra suyo y ahora no hay quien los logre echar. El otro día se dio cuenta de que nadie quiere jugar con él. Sediocuenta. Se lo comentó a su madre y esta no supo qué contestar. Su madre tenía buenas intenciones. Incluso así, le falló. Y ahora él debe vestir su pesada armadura todos los días antes de ir al colegio. No quiero verlo. Ojalá no tuviera que verlo nunca más.
¿Por qué tú? Elijo las batallas que no puedo ganar. Los dragones me seducen y derrotan. Me ciega mi optimismo innato. Y me ciegas tú. Tú. Esto no es para ti. Fallé siempre. No iría a ser distinto contigo. Pero podrías haber sido la excepción. Podría haber conquistado. ¿Pero luego qué? Nunca me explicaron qué tenía que hacer luego de batallar con dragones. Así es que da igual.
Y fueron felices para siempre. ¿Pero cómo? Nunca me explicaron qué tenía que hacer luego de batallar con dragones. Quizás es porque nunca logré matarlos del todo. Pero a veces parecían la Hydra de Hércules, en cuanto mataba uno, dos más tomaban su lugar. No soy ninguna heroína. No pude salvarte. No pude salvar a nadie jamás. No podré salvarte a ti tampoco. Pero lo intento. Me arrastro vencida antes de desangrarme. Y te dejo con los dragones. Cobarde.
Hay un niño, un niño a quien llamaré M. Lo conozco desde que era muy pequeño, aunque no llego a verlo más de dos veces por año. Él tiene nueve años ahora. Y ya los dragones lo acompañan desde hace un par de años atrás. Nunca tuvo oportunidad. Los dragones fueron conjurados por su madre para protegerlo, pero se tornaron en contra suyo y ahora no hay quien los logre echar. El otro día se dio cuenta de que nadie quiere jugar con él. Sediocuenta. Se lo comentó a su madre y esta no supo qué contestar. Su madre tenía buenas intenciones. Incluso así, le falló. Y ahora él debe vestir su pesada armadura todos los días antes de ir al colegio. No quiero verlo. Ojalá no tuviera que verlo nunca más.
¿Por qué tú? Elijo las batallas que no puedo ganar. Los dragones me seducen y derrotan. Me ciega mi optimismo innato. Y me ciegas tú. Tú. Esto no es para ti. Fallé siempre. No iría a ser distinto contigo. Pero podrías haber sido la excepción. Podría haber conquistado. ¿Pero luego qué? Nunca me explicaron qué tenía que hacer luego de batallar con dragones. Así es que da igual.
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lunes, 18 de octubre de 2010
confabulación de males
te busco cuando todos me fallan
cuando siento el reloj derretirse sobre mí
colándose por mis poros y
atravesándome la garganta
con los números hirviendo y
las agujas espinosas
te necesito cuando el mundo es gris y
el sol me evita
cuando el espesor de mi aliento
me nubla la vista y
la sangre se congela en mi piel azul
te deseo cuando las venas me palpitan y
mis labios se resecan
cuando tus medias sonrisas y
ojos entornados
taladran mi mente al ritmo de tu voz
te extraño cuando no lo recuerdo
cuando la necesidad me lo pide a gritos
cuando tus uñas en mi espalda y
tu respiración cálida en mi nuca
me desaparezcan por un instante que dure para siempre
(y luego ya no volver)
cuando siento el reloj derretirse sobre mí
colándose por mis poros y
atravesándome la garganta
con los números hirviendo y
las agujas espinosas
te necesito cuando el mundo es gris y
el sol me evita
cuando el espesor de mi aliento
me nubla la vista y
la sangre se congela en mi piel azul
te deseo cuando las venas me palpitan y
mis labios se resecan
cuando tus medias sonrisas y
ojos entornados
taladran mi mente al ritmo de tu voz
te extraño cuando no lo recuerdo
cuando la necesidad me lo pide a gritos
cuando tus uñas en mi espalda y
tu respiración cálida en mi nuca
me desaparezcan por un instante que dure para siempre
(y luego ya no volver)
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jueves, 14 de octubre de 2010
El tiempo no pasa, pero ella sí.
minutos
que cuelgan de mis pestañas
enredándose como lagañas
granitos de arena
que desafían la gravedad
apilándose en montañas sin edad
el tiempo
que se acumula en los rincones
cansado ya del paso ligero
de las carreras de pasiones
te dejaría pasar
si te viera llegar
pero solo una vez
solo una vez
que cuelgan de mis pestañas
enredándose como lagañas
granitos de arena
que desafían la gravedad
apilándose en montañas sin edad
el tiempo
que se acumula en los rincones
cansado ya del paso ligero
de las carreras de pasiones
te dejaría pasar
si te viera llegar
pero solo una vez
solo una vez
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domingo, 10 de octubre de 2010
Soliloquio.
Hola. Soy yo otra vez. ¿Te acordás de mí, no? Hace rato que quiero hablar contigo; tengo tantas cosas para contarte. Es solo que, a veces no quiero molestarte, ¿sabés? Te ves tan, no sé, te ves mejor, te ves distraída, por momentos hasta te ves bien, y te miro y me das pena. No quería arruinarlo. He visto cómo me mirás. Apenas me ves, tus párpados parecen tornarse más pesados, y, bueno, puedo entender que los quieras alejar de mí. Pero creo que ya es hora. Ya es hora de que te fijes en mí. Al menos por un rato. Al menos dejame contarte cómo estoy. Y es que estoy... tan... sola. Y llevo todo esto sobre mis hombros y no tengo con quien compartirlo. Y eso está bien. O bueno, es como debe ser. Soy como una vasija de cerámica que se ha roto y vuelto a unir. Estoy entera, me veo entera, y sin embargo, tan llena de grietas. Las noto todo el tiempo. Como se me escapa el aire por ellas. Y me ahogo. Y me entra la taquicardia, ¿entendés? Y no es justo. ¿Por qué la injusticia? ¿Por qué existe ese concepto que no existe sino en concepto? ¿Por qué? ¿Fui yo? Decime si fui yo. Me lo gritaron a la cara. Me miraron a los ojos y me lo dijeron. Si te miran a los ojos es porque es cierto, ¿no? Fui yo. ¿Y luego qué? ¿Cómo me atrevo a sonreír? ¿Cómo a despertarme? Si hubiera un Dios ya me habría castigado, ergo Dios no existe. El castigo es propio. El castigo ES mi sonrisa. ¿Y la suya dónde está? No era yo quien debía dársela. Sabe Dios que lo intenté. Bueno, lo sé yo, en todo caso. Mis sueños la encuentran muerta. Y le gritan en sus últimos minutos que la respuesta es sí, que aún sí. Mas yo no sé contestarla en vigilia. En la vida. En la sonrisa, que es mi tormento, que es mi castigo, que es una tortura. No sé contestarla. Y qué más da. Me encuentro sola y esa respuesta no lo cambiará. Lo estuve siempre. Ahora lo sé.
¿Y tú cómo estás?
¿Y tú cómo estás?
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viernes, 24 de septiembre de 2010
...and the pursuit of happiness.
- Acaso tú no lo entiendas... Es que, tengo apuro por vivir.
En seguida que pronunció estas palabras se arrepintió de su imprudencia. Ahora hallábase desnudo y feo, en una habitación fría, rodeado de modelos en ropa de diseñador. Incluso mis metáforas internas son malas..., y bueno, ¿qué le voy a hacer? Su amigo lo miraba sorprendido, mientras él fijaba la vista en un punto distante forzadamente, pretendiendo estar pensando en otra cosa y deseando que la conversación terminase.
- ¿Qué esperas, entonces?
Todavía en su fingido ensimismamiento, podía sentir como los oscuros ojos de Federico se clavaban en los suyos, expectantes. Podía sentir la satisfacción que sentía su amigo al haber preguntado lo justo, con un aire de condescendencia, aunque, debía admitir, desprovisto de malicia. Tú no lo entenderías, ¿para qué explicarlo? Ojalá fuera tan sencillo. Dios, incluso tener que explicárselo ahora, a él, que qué sabe, y... es el colmo.
- ¿Eh?
- Nada, no importa. No es fácil. Para ti es distinto, tú eres... Nuestras circunstancias son distintas, yo qué sé.- Y luego, tras ver que su amigo seguía insistiendo: Lleva mucho trabajo ser feliz, demasiado esfuerzo. Y... todavía no estoy seguro de que "ser feliz" sea lo mejor que uno puede hacer con su vida, ¿sabes? Hay cosas más grandes, más importantes. Hay cosas transcendentales. Hay cosas que transcienden de mí y si puedo llegar a una de ellas, si puedo, transcender de mí de alguna forma que importe, ahí, bueno, ¿qué importa si fui feliz o no? No quiero acabarme en mí. No quiero perecer en mi individualidad. Creo que es lo peor que me podría pasar.
- ¿Y eso qué tiene que ver con lo primero que dijiste? ¿Por qué decís que "lleva mucho trabajo"? ¿Cómo va a haber algo más importante que "ser feliz"?
Parpadeó pesadamente escuchando las preguntas insaciables de Federico. Ya habían tenido conversaciones similares. Al principio había apreciado el afán de su amigo por ayudar, y ahora... No es que me moleste. Yo sé que lo hace con buena intención.
- Sí, qué estupidez. Nada, déjalo, estoy muy cansado y estoy hablando tonterías. ¿Al final qué pasó con Lucía? Yo los vi bastante entusiasmados el uno con el otro anoche...
Quince minutos después, los amigos se despedían en la parada del ómnibus. Había decidido no volver caminando esa noche, estaba muy cansado. También decidió ir sentado, y no parado en el fondo como siempre. Al principio se entretuvo mirando a las personas que iban subiendo, tratando de encontrar en los ojos de alguna chica eso que andaba buscando, pero pronto se distrajo y su mirada vacía recayó en sus manos apoyadas sobre sus rodillas. Volvió en sí demasiado tarde: se había pasado varias paradas y tuvo que recorrerlas caminando.
En seguida que pronunció estas palabras se arrepintió de su imprudencia. Ahora hallábase desnudo y feo, en una habitación fría, rodeado de modelos en ropa de diseñador. Incluso mis metáforas internas son malas..., y bueno, ¿qué le voy a hacer? Su amigo lo miraba sorprendido, mientras él fijaba la vista en un punto distante forzadamente, pretendiendo estar pensando en otra cosa y deseando que la conversación terminase.
- ¿Qué esperas, entonces?
Todavía en su fingido ensimismamiento, podía sentir como los oscuros ojos de Federico se clavaban en los suyos, expectantes. Podía sentir la satisfacción que sentía su amigo al haber preguntado lo justo, con un aire de condescendencia, aunque, debía admitir, desprovisto de malicia. Tú no lo entenderías, ¿para qué explicarlo? Ojalá fuera tan sencillo. Dios, incluso tener que explicárselo ahora, a él, que qué sabe, y... es el colmo.
- ¿Eh?
- Nada, no importa. No es fácil. Para ti es distinto, tú eres... Nuestras circunstancias son distintas, yo qué sé.- Y luego, tras ver que su amigo seguía insistiendo: Lleva mucho trabajo ser feliz, demasiado esfuerzo. Y... todavía no estoy seguro de que "ser feliz" sea lo mejor que uno puede hacer con su vida, ¿sabes? Hay cosas más grandes, más importantes. Hay cosas transcendentales. Hay cosas que transcienden de mí y si puedo llegar a una de ellas, si puedo, transcender de mí de alguna forma que importe, ahí, bueno, ¿qué importa si fui feliz o no? No quiero acabarme en mí. No quiero perecer en mi individualidad. Creo que es lo peor que me podría pasar.
- ¿Y eso qué tiene que ver con lo primero que dijiste? ¿Por qué decís que "lleva mucho trabajo"? ¿Cómo va a haber algo más importante que "ser feliz"?
Parpadeó pesadamente escuchando las preguntas insaciables de Federico. Ya habían tenido conversaciones similares. Al principio había apreciado el afán de su amigo por ayudar, y ahora... No es que me moleste. Yo sé que lo hace con buena intención.
- Sí, qué estupidez. Nada, déjalo, estoy muy cansado y estoy hablando tonterías. ¿Al final qué pasó con Lucía? Yo los vi bastante entusiasmados el uno con el otro anoche...
Quince minutos después, los amigos se despedían en la parada del ómnibus. Había decidido no volver caminando esa noche, estaba muy cansado. También decidió ir sentado, y no parado en el fondo como siempre. Al principio se entretuvo mirando a las personas que iban subiendo, tratando de encontrar en los ojos de alguna chica eso que andaba buscando, pero pronto se distrajo y su mirada vacía recayó en sus manos apoyadas sobre sus rodillas. Volvió en sí demasiado tarde: se había pasado varias paradas y tuvo que recorrerlas caminando.
lunes, 20 de septiembre de 2010
y, por sobre todas las cosas...
[lo primero al despertar y lo último antes de quedarme dormida]
ya no un nexo entre el consciente y el mundo de los sueños
ya no algo tangible
las mañanas encandiladas
y las noches acunadas
habían dado paso
a los temblores matutinos
a los rayos de luz fría anunciando el nuevo día
que corre inexorable hacia las sombras
guardianas de la más indolente de las desidias
ya no un nexo entre el consciente y el mundo de los sueños
ya no algo tangible
las mañanas encandiladas
y las noches acunadas
habían dado paso
a los temblores matutinos
a los rayos de luz fría anunciando el nuevo día
que corre inexorable hacia las sombras
guardianas de la más indolente de las desidias
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martes, 14 de septiembre de 2010
Sublevación interior.
resignarse
a ser
un mal recuerdo
nada más que una
cruel pesadilla
en el sueño ligero
de una noche perfecta
o peor
ser
chiste amargo
de los días de risa
la imagen plena
de la condescendiente evocación
resignarse
a no solo perder
los superlativos de antaño
perder
la nostálgica sonrisa
la extraña añoranza
esporádica
el pinchazo en el vientre
ante inexorable provocación
nunca más
las lágrimas dulces
nunca más
no más
a ser
un mal recuerdo
nada más que una
cruel pesadilla
en el sueño ligero
de una noche perfecta
o peor
ser
chiste amargo
de los días de risa
la imagen plena
de la condescendiente evocación
resignarse
a no solo perder
los superlativos de antaño
perder
la nostálgica sonrisa
la extraña añoranza
esporádica
el pinchazo en el vientre
ante inexorable provocación
nunca más
las lágrimas dulces
nunca más
no más
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sábado, 11 de septiembre de 2010
que así sea, pues es para lo mejor.
por qué tengo que extrañar gente? por qué siempre lo mismo? lo mismo qué, ya ni sé. pero es como si siempre me faltara algo. siempre tengo un vacío. siempre una añoranza. por alguien del pasado. por alguien que aún no ha llegado. nunca contenta conmigo misma. no. es como si hubiese sido programada de esta forma, una mitad, un medio de algo, y esté para siempre buscándolo. por momentos pensé haberlo encontrado. por momentos ese vacío fue llenado. y fui feliz. por un instante lo fui. con ella. ves? para qué pensar en ello? lo sabía antes de darle rienda suelta. sabría que llegarían. las que empañan mis ojos. pensar en ti. en tú que estás en una habitación blanca. podría acercarme a esas paredes. podría apoyar mi oído en el cuarto contiguo y contener la respiración y esperar a recibir un sonido que provenga de ti. y tratar de imaginármelo en mi cabeza. cómo te ves ahora. en qué posición estás. tu flequillo. todo. tratar de unir tus sonidos a mis fantasías. un suspiro, quizás. un suspiro que provenga de pensar en mí. de que me extrañes, quizás. de que tú ahí adentro, acostada entre las paredes blancas pienses en mí un día. e imagines qué estoy haciendo. e imagines que estoy del otro lado de la pared, esperando. y te acerques a esa pared y apoyes tu mano allí mismo, donde estoy yo. y sentir del otro lado como esas hermosas manos pálidas se apoyan sobre mí. casi. luego te sentirás tonta. y yo también. y yo volvería a mi casa, y tú a tu cama. pero por un momento, fuimos tú y yo otra vez. o casi. lo más cerca que volveremos a estar nunca más.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Magia.
Era un mundo de infinitas posibilidades,
de sueños y aventuras fundidas;
como la línea del horizonte
en esa noche de cuerpos
desnudos sumergidos en la imposible oscuridad
salpicada de destellos de luz,
eso que tú me enseñaste,
y que veía por primera vez,
disfrutaba devolver el brillo de la luna,
esa que tú me señalaste un día,
cuando su tamaño yo no creía,
y que busqué por cuadras y cuadras
hasta que por fin apareció y vi,
que tenías razón esa vez y luego tantas otras,
y así debía ser,
puesto que tú habías fabricado un mundo para mí,
cuyos límites se expandían al ritmo de tu portentoso caminar,
que a la vez lo creaban y lo regían,
sí, fuiste soberana,
del universo de una misma anatomía,
de sobres de dormir por camas
y velas en el pavimento,
de bailes de supermercado
y canciones [prefe]ridas,
habían quedado atrás los días oscuros que nos vestían,
la añoranza por el sueño de dormida,
ahora despertaba en besos de mil colores
y soñaba todo el día,
pues como dijo Blanche,
yo no quiero realismo,
quiero magia,
y tú eres magia en anarquía.
de sueños y aventuras fundidas;
como la línea del horizonte
en esa noche de cuerpos
desnudos sumergidos en la imposible oscuridad
salpicada de destellos de luz,
eso que tú me enseñaste,
y que veía por primera vez,
disfrutaba devolver el brillo de la luna,
esa que tú me señalaste un día,
cuando su tamaño yo no creía,
y que busqué por cuadras y cuadras
hasta que por fin apareció y vi,
que tenías razón esa vez y luego tantas otras,
y así debía ser,
puesto que tú habías fabricado un mundo para mí,
cuyos límites se expandían al ritmo de tu portentoso caminar,
que a la vez lo creaban y lo regían,
sí, fuiste soberana,
del universo de una misma anatomía,
de sobres de dormir por camas
y velas en el pavimento,
de bailes de supermercado
y canciones [prefe]ridas,
habían quedado atrás los días oscuros que nos vestían,
la añoranza por el sueño de dormida,
ahora despertaba en besos de mil colores
y soñaba todo el día,
pues como dijo Blanche,
yo no quiero realismo,
quiero magia,
y tú eres magia en anarquía.
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domingo, 5 de septiembre de 2010
luto.
estoy cansada.
no puedo hacerles frente.
a esos ojos que denuncian,
a ese odio incalculable.
la rutina del vértigo.
la gravedad que se agrava.
mi cuerpo encogido
como si buscara ovillarse.
la bondad de los extraños.
la compasión de los blancos.
las puertas que se abren para ellos,
y que se cierran para mí.
tus deseos son órdenes.
(¿no lo fueron siempre?)
mi corazón en un puño.
no queda nada por esperar,
se me escapó por entre los dedos,
ya no queda nada,
ni el sosiego de la mirada conocida,
ni el abrazo que reparta la congoja,
ya no queda nada,
(para mí) no queda nada.
no puedo hacerles frente.
a esos ojos que denuncian,
a ese odio incalculable.
la rutina del vértigo.
la gravedad que se agrava.
mi cuerpo encogido
como si buscara ovillarse.
la bondad de los extraños.
la compasión de los blancos.
las puertas que se abren para ellos,
y que se cierran para mí.
tus deseos son órdenes.
(¿no lo fueron siempre?)
mi corazón en un puño.
no queda nada por esperar,
se me escapó por entre los dedos,
ya no queda nada,
ni el sosiego de la mirada conocida,
ni el abrazo que reparta la congoja,
ya no queda nada,
(para mí) no queda nada.
jueves, 2 de septiembre de 2010
Alístate, necesitamos jóvenes como tú.
Serás tú quien deba elegir. Elige tu propia pesadilla. Decide, pues, y condénate; condénalos. Obligada a tomar la misma nefasta decisión, las mismas siempre; entrecerrando los ojos y echando ligeramente atrás el cuerpo al presionar el gatillo: un instante nada más. Y luego el recorrido interminable de la bala. Y los gritos de amotinamiento. ¿Cómo pudiste? Y el impacto. Y, qué esperas, entonces: ¡dispara otra vez!
Y al final no habrá quien te absuelva. Nadie que te condene. Para siempre sola, frente al espejo: esclavo de tus ojos. No habrá quien te arrope antes de ir a dormir ni quien ahuyente tus pesadillas con un beso en la frente. No basta con ser una coleccionista de errores, de perdones, no basta con apilarlos en altas columnas y desempolvarlos de vez en cuando. No bastan los soliloquios narcisistas. No bastan sus discursos. Todavía descansa fría en tu mano, colgándote de los dedos. No se caerá, claro. Te pertenece, verdugo. Después de todo, cumplías con los requisitos. Ahí están las voces otra vez. ¿Lista? Apunta y dispara. ¡Bum!
Y al final no habrá quien te absuelva. Nadie que te condene. Para siempre sola, frente al espejo: esclavo de tus ojos. No habrá quien te arrope antes de ir a dormir ni quien ahuyente tus pesadillas con un beso en la frente. No basta con ser una coleccionista de errores, de perdones, no basta con apilarlos en altas columnas y desempolvarlos de vez en cuando. No bastan los soliloquios narcisistas. No bastan sus discursos. Todavía descansa fría en tu mano, colgándote de los dedos. No se caerá, claro. Te pertenece, verdugo. Después de todo, cumplías con los requisitos. Ahí están las voces otra vez. ¿Lista? Apunta y dispara. ¡Bum!
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miércoles, 25 de agosto de 2010
2 para los/las dos.
Llamarte por tu nombre,
llamarte por tus mil nombres,
nombres de unas horas,
nombres de siempre;
llamarte en voz alta,
en mi voz, tu nombre,
en mis labios, en mi boca,
tus nombres, besarte,
besar tus nombres
y llamarte,
y así en mis oídos,
bailando, tu nombre,
siempre me gustó tanto,
allí, tú allí, con tus mil nombres,
tu boca, allí,
besos y canciones apelativas,
que comienzo a olvidar,
a veces;
quiero guardarlos todos,
todos tus nombres y todas sus historias,
todos mis nombres tuyos y todos tus nombres míos,
todos a través de los años,
ya, sí, plural,
todos los que ya no habrán,
guardarlos todos,
y no pensar jamás, en tus nombres otros,
tus nuevos nombres en otras bocas,
tus nuevos besos,
jamás,
jamás tu nombre en boca ajena,
tu nombre es mío,
tus nombres míos, mis nombres tuyos,
jamás olvidar.
llamarte por tus mil nombres,
nombres de unas horas,
nombres de siempre;
llamarte en voz alta,
en mi voz, tu nombre,
en mis labios, en mi boca,
tus nombres, besarte,
besar tus nombres
y llamarte,
y así en mis oídos,
bailando, tu nombre,
siempre me gustó tanto,
allí, tú allí, con tus mil nombres,
tu boca, allí,
besos y canciones apelativas,
que comienzo a olvidar,
a veces;
quiero guardarlos todos,
todos tus nombres y todas sus historias,
todos mis nombres tuyos y todos tus nombres míos,
todos a través de los años,
ya, sí, plural,
todos los que ya no habrán,
guardarlos todos,
y no pensar jamás, en tus nombres otros,
tus nuevos nombres en otras bocas,
tus nuevos besos,
jamás,
jamás tu nombre en boca ajena,
tu nombre es mío,
tus nombres míos, mis nombres tuyos,
jamás olvidar.
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sábado, 21 de agosto de 2010
Clair de lune.
Entre los cuerpos que se amontonaban como bestias,
cantándole himnos al sol,
encontrábanse dos lunas,
que me miraban omnipresentes.
No paraban ante nada,
ni ante nadie se cohibían,
buscaban quizás una traba,
pero fascinada, les rehuía.
Las había visto fugaz pues al alba encandilaban,
pero pronto me atreví más
y cediendo a su hechizo,
capturar su luz, fue mi mandato.
Pronto el reloj sentenció el ocaso,
y las bestias ya cansadas preparáronse para ir,
entre ellas me encontraba;
encadenada al encantamiento
de las poderosas lunas
que desaparecían sin se despedir.
cantándole himnos al sol,
encontrábanse dos lunas,
que me miraban omnipresentes.
No paraban ante nada,
ni ante nadie se cohibían,
buscaban quizás una traba,
pero fascinada, les rehuía.
Las había visto fugaz pues al alba encandilaban,
pero pronto me atreví más
y cediendo a su hechizo,
capturar su luz, fue mi mandato.
Pronto el reloj sentenció el ocaso,
y las bestias ya cansadas preparáronse para ir,
entre ellas me encontraba;
encadenada al encantamiento
de las poderosas lunas
que desaparecían sin se despedir.
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viernes, 20 de agosto de 2010
... and the feeling of endless possibilites.
Basta, esta canción es tan divertida.
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martes, 17 de agosto de 2010
The Big F.
De repente, ahí está;
llega sin aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperada;
mas llega de repente,
como el frío del agua al zambullirse en el océano,
frío para el que nunca se está preparado,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(¿y a quién le gustan las sorpresas, después de todo?)
también ella es así,
casi brutal en su espontaneidad,
casi incoherente,
llega así, incomprendida,
y tú absolutamente convencida,
extática,
empapada en el hermoso absurdo,
aliviada pues ha llegado para quedarse,
(¿quién podría abandonarte?)
y será tuya para siempre,
sí;
de repente, ya no está,
desaparece sin previo aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperable;
mas se va de repente,
como el frío del agua al nadar por un momento,
frío que antes no parecía querer irse más,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(y claro, a ti no te gustaban las sorpresas)
llega sin aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperada;
mas llega de repente,
como el frío del agua al zambullirse en el océano,
frío para el que nunca se está preparado,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(¿y a quién le gustan las sorpresas, después de todo?)
también ella es así,
casi brutal en su espontaneidad,
casi incoherente,
llega así, incomprendida,
y tú absolutamente convencida,
extática,
empapada en el hermoso absurdo,
aliviada pues ha llegado para quedarse,
(¿quién podría abandonarte?)
y será tuya para siempre,
sí;
de repente, ya no está,
desaparece sin previo aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperable;
mas se va de repente,
como el frío del agua al nadar por un momento,
frío que antes no parecía querer irse más,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(y claro, a ti no te gustaban las sorpresas)
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jueves, 12 de agosto de 2010
Bat for Lashes - Sarah
Básicamente estuve todo el día escuchando esta canción en repeat. Tiene un sonido tan atmosférico y sensual y me hice muy la copada mientras la escuchaba en el ómnibus porque me hacía sentir sexy [/lameconfession].
miércoles, 11 de agosto de 2010
not yet.
ella
ella, la innombrable,
ella tiene mil nombres y a la vez ninguno,
ella podrá ser [E]lla en las tardes vacías de agosto,
nada más,
ella, al alzar la mirada mientras tus pesadas botas negras machacan el resto de tu cigarrillo,
ella,
ella sin importancia,
ella sin importancia,
ella a quien tú podrás hacer Ella,
ella, como cualquiera, Ella
ella, no es Ella,
no aún, no Ella,
Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella,
ella, la innombrable,
ella tiene mil nombres y a la vez ninguno,
ella podrá ser [E]lla en las tardes vacías de agosto,
nada más,
ella, al alzar la mirada mientras tus pesadas botas negras machacan el resto de tu cigarrillo,
ella,
ella sin importancia,
ella sin importancia,
ella a quien tú podrás hacer Ella,
ella, como cualquiera, Ella
ella, no es Ella,
no aún, no Ella,
Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella,
viernes, 6 de agosto de 2010
recuerdo del día en que llegó
negro, infinito
pues lo era todo
oscuros los días
envuelta en la penumbra
amiga de las sombras
esperé
ceguera espesa, negra
negros mis sueños
extraño anhelo de lo extraño
blanco etéreo
cristalino
ceguera lúcida, blanca
vi
mil colores
sueños de luz
baile en las nubes
el ojo de la tormenta
mas más cerca del cielo eterno
[caí]
pozo, negro
veo negro
sueños de luz y colores y bailes
pues lo era todo
oscuros los días
envuelta en la penumbra
amiga de las sombras
esperé
ceguera espesa, negra
negros mis sueños
extraño anhelo de lo extraño
blanco etéreo
cristalino
ceguera lúcida, blanca
vi
mil colores
sueños de luz
baile en las nubes
el ojo de la tormenta
mas más cerca del cielo eterno
[caí]
pozo, negro
veo negro
sueños de luz y colores y bailes
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martes, 3 de agosto de 2010
La niña de los caramelos de colores.
La pequeña niña siempre llevaba los bolsillos repletos de caramelos. En realidad a ella no le gustaban demasiado, pero sabía que a la mayoría de la gente sí, y contaba con ellos para hacerse más simpática. No era de hablar mucho; más bien era de esas niñas serias, de ojos puros y mirada adulta, que habían visto en sus cortos años cosas que habían acabado con la sencillez propia de la edad, pero que no habían logrado mancillar su candor y tierna ingenuidad.
Aquel día su tía -quien la iba a buscar todos los días al colegio- se tardaba más en llegar que de costumbre. Solía esperar entre veinte y treinta minutos, pero ese día demoró el doble. Las primeras semanas de espera, las había transcurrido sentada en las escaleras, observando al reducido grupo de niños que también debía esperar largo rato luego de finalizadas las clases a que vinieran por ellos. Algunos jugaban ping-pong, un juego que a ella se le hacía muy divertido, pero que le daba vergüenza jugar entre los relegados de las tardes de escuela. Eran casi todos varones; hoscos, con las cajitas fluorescentes de los aparatos colgándoles del cuello, groseros y brutos, todos. El más grande de todos, Bruno, era también el más inhumano. Casi la doblaba en estatura. La atemorizaba, su forma de hablar gritando, sus modos impetuosos, su andar rudo y su mirada sádica. También le daba lástima.
La fascinaba ese personaje desalmado, feroz. Sentía deseos de acercársele, no sabía bien por qué. Luego se había dado cuenta de que quería encontrar su dulzura, quería domar a la fiera, quería templar un alma despiadada y sentir su calor. Lo observó durante meses, sentada en las frías baldosas de la escalera. A veces lograba intercambiar algunas palabras con la bestia, y notó que a ella la trataba con más cordialidad que al resto. Esto la alegró. De vez en cuando lo convidaba con algún caramelo, y él le devolvía una sonrisa repleta de metal.
Ese día el frío del invierno había amainado un tanto, y los niños, entre ellos Bruno, salieron al patio de enfrente a jugar. La pequeña niña llegó unos minutos más tarde, cuando todos estaban ya enfrascados en sus juegos. Buscó a Bruno con la mirada y lo encontró arrodillado en el suelo, concentrado en un punto fijo del pavimento, pero no podía discernir en qué. Se acercó y lo vio rascando un chicle mugriento que había estado pegado al piso quien sabe por cuánto tiempo. Apoyó apenas su diminuta mano en la imponente espalda del chico:
- ¿Qué hacés? -preguntó con timidez.
- Saco el chicle... -devolvió sin darse vuelta. Y tras una pausa, se incorporó por un momento y le dijo -si querés te convido.
La pequeña niña trató de contener un gesto de desagrado, sin demasiado éxito, pero Bruno lo notó. Pareció entristecerse, pero pronto reanudó su tarea. La pequeña niña, totalmente desconcertada, lo volvió a tocar levemente en la espalda, y le ofreció un caramelo.
- No, quiero chicle.
- Dale, tengo uno de sandía.
- ¡No! Te dije que quiero un chicle.
- Pero es un asco eso, Bruno.
- ¡No es un asco! ¡Callate, estúpida!
- Sí, es un asco, está todo pisoteado y sucio...
Al principio no sintió dolor. Luego pudo notar como cada milímetro de su cabeza parecía estar siendo tirado de diez mil anzuelos que halaban sin cesar, y al otro lado los dedos gruesos de uñas cortas y negras del animal, que cinchaba desenfrenado, que corría a toda velocidad de un lado a otro del patio, la mano apretando los cabellos rubios, el pequeño cuerpecito lacerado que lo seguía como un perro callejero, y los caramelos de todos colores desparramados por el piso, repudiados.
Aquel día su tía -quien la iba a buscar todos los días al colegio- se tardaba más en llegar que de costumbre. Solía esperar entre veinte y treinta minutos, pero ese día demoró el doble. Las primeras semanas de espera, las había transcurrido sentada en las escaleras, observando al reducido grupo de niños que también debía esperar largo rato luego de finalizadas las clases a que vinieran por ellos. Algunos jugaban ping-pong, un juego que a ella se le hacía muy divertido, pero que le daba vergüenza jugar entre los relegados de las tardes de escuela. Eran casi todos varones; hoscos, con las cajitas fluorescentes de los aparatos colgándoles del cuello, groseros y brutos, todos. El más grande de todos, Bruno, era también el más inhumano. Casi la doblaba en estatura. La atemorizaba, su forma de hablar gritando, sus modos impetuosos, su andar rudo y su mirada sádica. También le daba lástima.
La fascinaba ese personaje desalmado, feroz. Sentía deseos de acercársele, no sabía bien por qué. Luego se había dado cuenta de que quería encontrar su dulzura, quería domar a la fiera, quería templar un alma despiadada y sentir su calor. Lo observó durante meses, sentada en las frías baldosas de la escalera. A veces lograba intercambiar algunas palabras con la bestia, y notó que a ella la trataba con más cordialidad que al resto. Esto la alegró. De vez en cuando lo convidaba con algún caramelo, y él le devolvía una sonrisa repleta de metal.
Ese día el frío del invierno había amainado un tanto, y los niños, entre ellos Bruno, salieron al patio de enfrente a jugar. La pequeña niña llegó unos minutos más tarde, cuando todos estaban ya enfrascados en sus juegos. Buscó a Bruno con la mirada y lo encontró arrodillado en el suelo, concentrado en un punto fijo del pavimento, pero no podía discernir en qué. Se acercó y lo vio rascando un chicle mugriento que había estado pegado al piso quien sabe por cuánto tiempo. Apoyó apenas su diminuta mano en la imponente espalda del chico:
- ¿Qué hacés? -preguntó con timidez.
- Saco el chicle... -devolvió sin darse vuelta. Y tras una pausa, se incorporó por un momento y le dijo -si querés te convido.
La pequeña niña trató de contener un gesto de desagrado, sin demasiado éxito, pero Bruno lo notó. Pareció entristecerse, pero pronto reanudó su tarea. La pequeña niña, totalmente desconcertada, lo volvió a tocar levemente en la espalda, y le ofreció un caramelo.
- No, quiero chicle.
- Dale, tengo uno de sandía.
- ¡No! Te dije que quiero un chicle.
- Pero es un asco eso, Bruno.
- ¡No es un asco! ¡Callate, estúpida!
- Sí, es un asco, está todo pisoteado y sucio...
Al principio no sintió dolor. Luego pudo notar como cada milímetro de su cabeza parecía estar siendo tirado de diez mil anzuelos que halaban sin cesar, y al otro lado los dedos gruesos de uñas cortas y negras del animal, que cinchaba desenfrenado, que corría a toda velocidad de un lado a otro del patio, la mano apretando los cabellos rubios, el pequeño cuerpecito lacerado que lo seguía como un perro callejero, y los caramelos de todos colores desparramados por el piso, repudiados.
lunes, 2 de agosto de 2010
El 2009 en fotos.
Mi abuelo es de esas personas que se aburren con facilidad, digamos, cuando no están haciendo negocios inmobiliarios forzando a sus parejas a mudarse una vez que empiezan a sentirse cómodas en su nuevo hogar, o comprando cantón china en la feria de Tristán Narvaja. Pero eso no le sucede más, ahora que se compró una computadora. Por supuesto que en mí recayó la ardua tarea de enseñarle a usarla, en un mundo donde la diferencia entre el click y el doble click es algo incomprensible. En fin, la usa para dos cosas: el solitario (spider, no sé bien por qué) y el mail.
Sí, mi abuelo es responsable del 80% de mails que recibo por día. ¿En qué consisten estos mails? Forwards de cadenas, oh yes. Aquello que dejé atrás en los días de hotmail y prepubertad ha regresado. Pero no es cualquier persona, no puedo decirle que pare o simplemente ignorar sus mails o filtrarlos para que vayan directo a la papelera. Cada vez que nos vemos me hace un mini test para ver si los vi y yo, como buena nieta, no quiero herir sus sentimientos, así que de vez en cuando abro alguno cuyo título suene pasable, y le contesto comentando qué me pareció. Él afirma que selecciona algunos especialmente para mí porque tengo un gusto "particular" y que no me envía todo lo que le llega (¡gracias a los astros!), y debo decir que más de una vez fui gratamente sorprendida.
De cualquier forma, en mí suele morir la cadena, pero hoy decidí compartir con ustedes una que me mandó hace poco con las mejores fotos del año 2009 según el Denver Post. Realmente hay algunas muy buenas:
Acá están todas.
Sí, mi abuelo es responsable del 80% de mails que recibo por día. ¿En qué consisten estos mails? Forwards de cadenas, oh yes. Aquello que dejé atrás en los días de hotmail y prepubertad ha regresado. Pero no es cualquier persona, no puedo decirle que pare o simplemente ignorar sus mails o filtrarlos para que vayan directo a la papelera. Cada vez que nos vemos me hace un mini test para ver si los vi y yo, como buena nieta, no quiero herir sus sentimientos, así que de vez en cuando abro alguno cuyo título suene pasable, y le contesto comentando qué me pareció. Él afirma que selecciona algunos especialmente para mí porque tengo un gusto "particular" y que no me envía todo lo que le llega (¡gracias a los astros!), y debo decir que más de una vez fui gratamente sorprendida.
De cualquier forma, en mí suele morir la cadena, pero hoy decidí compartir con ustedes una que me mandó hace poco con las mejores fotos del año 2009 según el Denver Post. Realmente hay algunas muy buenas:
Acá están todas.
sábado, 31 de julio de 2010
Anger management.
mi cuerpo es tan pequeño tan diminuto no sé cómo aguanta pero lo hace y me impresiona hablo por supuesto del enojo bah capaz que por supuesto está demás pero en fin hablo del enojo de cuando siento que voy a explotar de bronca que hace que mi cuerpo se sienta insignificante incapaz de aguantar los torrentes de energía que lo asaltan sin misericordia pero lo hace sabían lo hace y a mí el enojo se me va tan rápido que es genial es impresionante realmente lo fugaz que es a veces finjo estar enojada más tiempo porque así lo requiere la situación es decir porque evaluando las variables a considerar como lo son daño provocado intencionalidad autor motivación etc se llega a la conclusión de que da para estar enojado más tiempo pero a mí se me va muy rápido entonces a veces tengo que pretender muchas otras no lo hago y ta depende depende de qué depende ah y otra cosa en que estaba pensando es que necesito un mantra bah capaz que esa no es la palabra o sea porque mi problema es que no tengo paciencia y cuando me invade la bronca soy capaz de hacer cualquier cosa y de tener millones de impulsos todos perjudiciales para la salud como los cigarrillos aunque los de menta están buenos ayer fumé uno y retuve el humo como si fuera eh otra cosa y no encaré y me atraganté ta no fumo yo qué querés pero en fin necesito tener preparado un ritual o algo así para obligarme a esperar a que se desvanezca la sensación de odio tipo contar hasta 50 o hacer lagartijas no sé algo qué puede ser respirar hondo no cuenta porque es un embole ta pero ya no estoy enojada y eso me llena de felicidad oh sí qué gay
tan gay como esta foto de cuando yo era chica y vivía en Bolivia y usaba vinchas en la cabeza y ese payaso me golpeó con un periódico en la cabeza y me re dolió y mis padres no me dieron bola y me puse a llorar
tan gay como esta foto de cuando yo era chica y vivía en Bolivia y usaba vinchas en la cabeza y ese payaso me golpeó con un periódico en la cabeza y me re dolió y mis padres no me dieron bola y me puse a llorar
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Lo prometido es deuda.
Encontrar una canción que me defina terminó siendo más difícil de lo que yo creía. Hay muchas canciones que hablan de sentimientos con los que me siento identificada, pero parecen describir situaciones emocionales específicas y temporarias, y no una contemplación de la persona en sí. Al fin me acordé de mi querida Cat Power, y la que es quizás, su canción más conocida, "The Greatest". Creo que ya desde el primer verso "Once I wanted to be the greatest", la siento más cerca de mí que cualquier otra cosa, las pausas que hace entre cada palabra, la voz melancólica, pero ya desde el comienzo, aceptando la realidad. Creo que todos en algún momento de la vida pensábamos que íbamos a ser excelsos en todo, que todo lo conseguiríamos, que "no wind or waterfall could stall -us-", but then...
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jueves, 29 de julio de 2010
From a Motel 6.
Pensó que, una vez denotada, la cosa sería más fácil. Permanecería resguardada, comprendida entre esos pequeños fonemas que no podían ser pronunciados sin que le temblara la voz. Abarcada en su totalidad, ningún rinconcito quedaría expuesto a las subjetidades propias de su mentecilla indiscreta, sino que se podía estar seguro de qué exactamente significaba este escurridizo significante. Era lógico pensar, por lo tanto, que uno podría cobijarse ante su lumbre, abrazándose las rodillas, y sentirse seguro. Y así lo pareció durante el período que duró la exaltación del hallazgo; mas gota a gota, el delirio fue escurriéndose como gotas de sudor que se atropellan por la frente, hasta que quedó seca cual flor sin vida, desprendiendo un ligero rastro de perfume de sus pétalos marchitos.
Aquello que la había eludido tanto tiempo, a su alcance. Cerraba sus ojos, pero aun podía sentir la poderosa luz atravesando sus párpados, imprimiéndose en su retina para siempre. Esa luz infame. La hacía sentirse barata, sucia. Le gritaba en estridentes colores; allí estaba ahora, titilando como el anuncio de luces de neón del motel de la ruta. Y allí se debatía ella, en el umbral de la puerta, sin saber qué hacer. Otra vez.
Aquello que la había eludido tanto tiempo, a su alcance. Cerraba sus ojos, pero aun podía sentir la poderosa luz atravesando sus párpados, imprimiéndose en su retina para siempre. Esa luz infame. La hacía sentirse barata, sucia. Le gritaba en estridentes colores; allí estaba ahora, titilando como el anuncio de luces de neón del motel de la ruta. Y allí se debatía ella, en el umbral de la puerta, sin saber qué hacer. Otra vez.
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domingo, 25 de julio de 2010
... de entre las cenizas.
Mirando desde abajo, en el frío y duro piso, allí donde solía permanecer por unos minutos, momentos antes de ver su espalda alejarse para siempre, contuvo sus más primitivos impulsos. Al menos había terminado para siempre, pero se equivocaba, siempre volvía. (No, ya no.) Allí se abrazaba las piernas y bajaba la cabeza. Ya no caían lágrimas para entonces, se habían agotado. Allí lograba tranquilizarse, para luego caer con más tempestuosa fuerza. Allí se hablaba y alentaba, allí se armaba nuevamente. Allí intentaba componerse. Buscaba el espejo que le devolvía la cara manchada, rendida, los ojos hinchados y la boca tensa. Le gustaba contemplarse un rato, verse así, recordar esa imagen para siempre, prometerse ya no volver a verla jamás. Respiraba hondo. Pasaba una mano suave sobre sus mejillas. Invocaba una sonrisa ensayada. Probaba su quebrada voz.
Entonces regresaba. Volvía a encontrarse con los suyos con su nueva cara, la que había construido para ellos minutos atrás. Pero debía apurarse. Sabía que no duraría mucho. Así es que encontraba la forma de excusarse y llegar al fin a su refugio, donde se desencajaba al instante, donde su cuerpo se doblaba en espasmos de dolor, donde su cara se arrugaba y contraía, donde decidía que "ya estaba bien".
Que hoy debía terminar. Ya no tenía arreglo. Debía ponerle un fin, y dejarlo atrás. Pero para ella siempre existía el día siguiente. Incluso en la cúspide de su fatalismo, esa vorágine de posibilidades la hacía sonreír. Mañana. Se alzaba misericordioso como un poderoso faro en la oscuridad. Y así, hecha un ovillo en la ahora gélida cama, se quedaba dormida entre la miseria soñando, quizás, en que el despertar sería más dulce.
Entonces regresaba. Volvía a encontrarse con los suyos con su nueva cara, la que había construido para ellos minutos atrás. Pero debía apurarse. Sabía que no duraría mucho. Así es que encontraba la forma de excusarse y llegar al fin a su refugio, donde se desencajaba al instante, donde su cuerpo se doblaba en espasmos de dolor, donde su cara se arrugaba y contraía, donde decidía que "ya estaba bien".
Que hoy debía terminar. Ya no tenía arreglo. Debía ponerle un fin, y dejarlo atrás. Pero para ella siempre existía el día siguiente. Incluso en la cúspide de su fatalismo, esa vorágine de posibilidades la hacía sonreír. Mañana. Se alzaba misericordioso como un poderoso faro en la oscuridad. Y así, hecha un ovillo en la ahora gélida cama, se quedaba dormida entre la miseria soñando, quizás, en que el despertar sería más dulce.
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viernes, 23 de julio de 2010
Soñando despierta.
Dibujar el contorno de nuestra primera hija, ella a quien yo querría llamar Adelaida, pero sé que tú odias ese nombre y jamás podrá ser. Regar nuestra planta de hojas violetas. Verte condimentar la cena, como si fueras una maga sobre tu sombrero mágico, cantando las palabras secretas por lo bajo.
Eso que quiero. Eso que queremos, quizás. Quizás. Eso que se nos escapa por los dedos, eso que a veces no logras ver, eso que ahora se presenta tan distante, tan inalcanzable. ¿Acaso existe? ¿Acaso está allí, esperándonos, contemplándonos desde lo lejos con su mirada burlona, o tierna, o quizás, por qué no, las dos? Pues si está allí, ojalá me diera una señal, ojalá me dejara ver con más claridad, pues temo no llegar y que desaparezca para siempre. Pero soy injusta. ¿Acaso no lo veo, a veces? ¿Acaso no está en tus pequeños dientes cuando me obsequian su sonrisa? ¿Acaso no podía encontrarlo en tus ojos que por las noches me acarician, en tus manos que en velo me observan quedándome dormida?
Eso que quiero. Eso que queremos, quizás. Quizás. Eso que se nos escapa por los dedos, eso que a veces no logras ver, eso que ahora se presenta tan distante, tan inalcanzable. ¿Acaso existe? ¿Acaso está allí, esperándonos, contemplándonos desde lo lejos con su mirada burlona, o tierna, o quizás, por qué no, las dos? Pues si está allí, ojalá me diera una señal, ojalá me dejara ver con más claridad, pues temo no llegar y que desaparezca para siempre. Pero soy injusta. ¿Acaso no lo veo, a veces? ¿Acaso no está en tus pequeños dientes cuando me obsequian su sonrisa? ¿Acaso no podía encontrarlo en tus ojos que por las noches me acarician, en tus manos que en velo me observan quedándome dormida?
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martes, 20 de julio de 2010
This one goes out to the ones I love...
Hoy es el Día del Amigo en Montevideo, Uruguay. Eh. Pongo una canción con la palabra "friends" en el título porque es fitting, y está buena. Voy a decir algo a continuación.
El otro día hablaba con quien realmente creo es the prettiest mess I've ever seen acerca del efecto que tiene en los vínculos con otros el compartir un lazo de sangre. (Entendiblemente), suele ser mucho más estrecho e incondicional, ¿pero qué tan entendible es esto? ¿Qué argumentación lógica y valedera hay para "querer a alguien porque es familia" o "porque es de mi sangre"? No es basada en mérito, no es basada en compatibilidad, ni siquiera es basada en una buena relación, sino en que nacimos atados a estos seres y por eso hay que quererlos, y en general nadie pone esto en tela de juicio. Muchas veces compartimos con ellos, es cierto, la crianza o la convivencia o demás situaciones que, por más que no son personas a quienes elegiríamos de amigos si tuviéramos la oportunidad, hacen que se creen esos lazos casi indestructibles que muchos de nosotros tenemos con nuestros familiares. Así es que por más ilógica y ridícula que sea la excusa de "tener la misma sangre", ellos parecen tener un motivo para bancarse todo...
Pero hay otras criaturas llamadas los amigos. Esta gente rara no tiene ningún parentesco contigo, y sin embargo ahí están. Ellos te conocieron, y en algún momento pensaron: "pah, mirá, esta mina es buena compañía, no me molesta bancarme que me meta cantantes de Broadway cada vez que voy a su casa ni que jure escribiendo en un Blog pelotudeces que nadie quiere leer...", o "este hijo de puta es re buena onda y lo quiero cerca, aunque me manosee el culo cada vez que nos ponemos en pedo, o "esa mina es re bien y la quiero, aunque cada vez que salimos me deja tirada por irse con un chongo diferente", o "este putaso amigo mío encara la vida, aunque a veces me hace sentir una camionera al lado de sus calzas ajustadas y brillantes lentejuelas", etc., etc... Saben que sos una mierda y te quieren igual. Te invitan a sus casas porque les pinta pasar un rato contigo, te cuentan cosas sabiendo que las vas a contar a un amigo más cercano que él o ella porque valoran tu consejo y tu opinión, te prestan sus cosas aunque las manches, pierdas, rompas o aunque luego jures que eran tuyas en primer lugar, agotan su crédito del celular para convencerte de que no vale la pena quedarse en casa llorando por un imbécil y que más vale unírteles y olvidarse juntos... Todo esto porque les caés bien. Está muy zarpado.
Así es que this one goes out to the ones I love, a los que me conocen de pendeja y hacen lo posible por no contar lo mucho más pelotuda que era antes, a los que me hacen tortas de cumpleaños, a los que suben mis peores fotos a las redes sociales imperantes, a los que a veces no respondo los llamados y me vuelven a llamar, a los que me pasan sus apuntes para evitar que pierda el año, a los que me llevan al cine cuando estoy triste, a los que me llaman para ver si llegué bien a casa, a los que me perdonan, a los que me aguantan, a los que me hacen sentir bien, a los que me quieren... [/endcursilería]
(Puteé bastante en este posteo. Sí.)
El otro día hablaba con quien realmente creo es the prettiest mess I've ever seen acerca del efecto que tiene en los vínculos con otros el compartir un lazo de sangre. (Entendiblemente), suele ser mucho más estrecho e incondicional, ¿pero qué tan entendible es esto? ¿Qué argumentación lógica y valedera hay para "querer a alguien porque es familia" o "porque es de mi sangre"? No es basada en mérito, no es basada en compatibilidad, ni siquiera es basada en una buena relación, sino en que nacimos atados a estos seres y por eso hay que quererlos, y en general nadie pone esto en tela de juicio. Muchas veces compartimos con ellos, es cierto, la crianza o la convivencia o demás situaciones que, por más que no son personas a quienes elegiríamos de amigos si tuviéramos la oportunidad, hacen que se creen esos lazos casi indestructibles que muchos de nosotros tenemos con nuestros familiares. Así es que por más ilógica y ridícula que sea la excusa de "tener la misma sangre", ellos parecen tener un motivo para bancarse todo...
Pero hay otras criaturas llamadas los amigos. Esta gente rara no tiene ningún parentesco contigo, y sin embargo ahí están. Ellos te conocieron, y en algún momento pensaron: "pah, mirá, esta mina es buena compañía, no me molesta bancarme que me meta cantantes de Broadway cada vez que voy a su casa ni que jure escribiendo en un Blog pelotudeces que nadie quiere leer...", o "este hijo de puta es re buena onda y lo quiero cerca, aunque me manosee el culo cada vez que nos ponemos en pedo, o "esa mina es re bien y la quiero, aunque cada vez que salimos me deja tirada por irse con un chongo diferente", o "este putaso amigo mío encara la vida, aunque a veces me hace sentir una camionera al lado de sus calzas ajustadas y brillantes lentejuelas", etc., etc... Saben que sos una mierda y te quieren igual. Te invitan a sus casas porque les pinta pasar un rato contigo, te cuentan cosas sabiendo que las vas a contar a un amigo más cercano que él o ella porque valoran tu consejo y tu opinión, te prestan sus cosas aunque las manches, pierdas, rompas o aunque luego jures que eran tuyas en primer lugar, agotan su crédito del celular para convencerte de que no vale la pena quedarse en casa llorando por un imbécil y que más vale unírteles y olvidarse juntos... Todo esto porque les caés bien. Está muy zarpado.
Así es que this one goes out to the ones I love, a los que me conocen de pendeja y hacen lo posible por no contar lo mucho más pelotuda que era antes, a los que me hacen tortas de cumpleaños, a los que suben mis peores fotos a las redes sociales imperantes, a los que a veces no respondo los llamados y me vuelven a llamar, a los que me pasan sus apuntes para evitar que pierda el año, a los que me llevan al cine cuando estoy triste, a los que me llaman para ver si llegué bien a casa, a los que me perdonan, a los que me aguantan, a los que me hacen sentir bien, a los que me quieren... [/endcursilería]
(Puteé bastante en este posteo. Sí.)
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domingo, 18 de julio de 2010
La cuarta noche.
Era demasiado intenso,
eso que creías querer,
eso de lo que huí despavorida,
eso que tanto me asustó,
pues no podía ser,
que así me quisieras,
era yo,
después de todo,
era yo, y yo sabía,
que jamás sería yo,
que jamás habría nadie,
que así me pretendiera,
así es que no me sorprendió,
cuando me dijiste,
que todo era mentira.
eso que creías querer,
eso de lo que huí despavorida,
eso que tanto me asustó,
pues no podía ser,
que así me quisieras,
era yo,
después de todo,
era yo, y yo sabía,
que jamás sería yo,
que jamás habría nadie,
que así me pretendiera,
así es que no me sorprendió,
cuando me dijiste,
que todo era mentira.
viernes, 9 de julio de 2010
Calentamiento global.
Verlos, ahí,
semi abrazados,
sonriendo complacientes,
invocando a veces,
solo por novedad,
una lluvia suave,
de esas que todo lo limpian,
de esas que dejas que te mojen,
de esas que dejan un arcoiris cuando se van,
tan rápido como llegan,
para ser llamada luego,
pasado un tiempo,
cuando surja la necesidad,
pero no era así para mí,
nosotras no las llamábamos,
caían imprevistas,
calándonos los huesos,
ensopándonos enteras,
íbanse presurosas a veces,
pero causaban tales estragos,
que tan pronto veíamos las nubes aproximarse,
corríamos a refugiarnos,
pero casi siempre era muy tarde,
y terminábamos empapadas,
pero era allí cuando,
tiritando de frío,
nos clavábamos la mirada,
y nos apresurábamos a abrazarnos,
un abrazo impenetrable,
de esos que parecieran suspender el paso del tiempo,
de esos de los que no te quieres despegar,
y aunque no podíamos vernos,
podíamos sentir las lágrimas dulces rodar por nuestras mejillas,
mezclándose con la ahora cálida agua torrencial.
semi abrazados,
sonriendo complacientes,
invocando a veces,
solo por novedad,
una lluvia suave,
de esas que todo lo limpian,
de esas que dejas que te mojen,
de esas que dejan un arcoiris cuando se van,
tan rápido como llegan,
para ser llamada luego,
pasado un tiempo,
cuando surja la necesidad,
pero no era así para mí,
nosotras no las llamábamos,
caían imprevistas,
calándonos los huesos,
ensopándonos enteras,
íbanse presurosas a veces,
pero causaban tales estragos,
que tan pronto veíamos las nubes aproximarse,
corríamos a refugiarnos,
pero casi siempre era muy tarde,
y terminábamos empapadas,
pero era allí cuando,
tiritando de frío,
nos clavábamos la mirada,
y nos apresurábamos a abrazarnos,
un abrazo impenetrable,
de esos que parecieran suspender el paso del tiempo,
de esos de los que no te quieres despegar,
y aunque no podíamos vernos,
podíamos sentir las lágrimas dulces rodar por nuestras mejillas,
mezclándose con la ahora cálida agua torrencial.
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jueves, 1 de julio de 2010
Alteradas perspectivas.
No, no había por qué lamentarse. Después de todo, se había dado vuelta. Sí, es cierto que él lo había hecho primero, pero mientras perduró su mirada clavada en esa elegante nuca, ella se había dado vuelta. Le sonreí, pero ella a mí no. Había pestañeado pausadamente y con deliberación, en un gesto de cruel complacencia. Había querido indicar indiferencia con esa mueca, pero él sabía que no era así. Le importaba. Después de todo, se había dado vuelta.
Siguió caminando con las manos en los bolsillos, ligeramente encorvado, mirando la vereda manchada, llena de esas sombras que dejaban los chicles que habían sido escupidos sin más, cuando ya no tenían gusto, que habían sido saboreados con deleite en un momento, para ser repudiados luego, cuando se hubieran tornado aburridos, despojados ya de ese gusto fresco y novedoso del principio; y ahora una masa pegajosa adherida al sucio pavimento, incolora, sin gracia, pisoteada por su figura alta y esbelta, y ahora ya ni eso, sino una sombra, insignificante, una sombra que ya nadie notaba. Pero ella se había dado vuelta.
No lo hará enseguida, claro, sería ridículo siquiera considerarlo. Ojalá lo hiciera. Yo no puedo, está en sus manos. Pero le importaba. Se sentó en el desvencijado sillón sumido en la oscuridad. Una vez más, sus manos juguetearon con el celular en su bolsillo. Lo tomó en sus manos y comprobó que no había mensajes. Nada. Esto es normal. Lo dejó en la mesa y lo observó hasta que su tenue luz se había apagado. Finalmente, se quedó dormido.
Estaba en la fila del supermercado de la esquina de su casa, que parecía mucho más grande de lo usual. Solo quería cigarrillos. Detrás suyo estaba su tía con un carrito lleno de cajas de Mac & Cheese. Vestía su horrenda bata floreada. No alcanzaba a ver a todos quienes tenía adelante. Su impaciencia crecía. No puedo salirme ahora, ya he esperado mucho rato, no quiero que sea en vano.
Se despertó sobresaltado. Sonaba. Con el corazón casi saliéndosele del pecho, tomó el celular que vibraba en la mesita. No lo apagó en seguida. Lo dejó chirriar un buen rato, hasta que se extinguió solo. Se mordió el labio con fuerza y contuvo la respiración. Tenía que darse una ducha.
Siguió caminando con las manos en los bolsillos, ligeramente encorvado, mirando la vereda manchada, llena de esas sombras que dejaban los chicles que habían sido escupidos sin más, cuando ya no tenían gusto, que habían sido saboreados con deleite en un momento, para ser repudiados luego, cuando se hubieran tornado aburridos, despojados ya de ese gusto fresco y novedoso del principio; y ahora una masa pegajosa adherida al sucio pavimento, incolora, sin gracia, pisoteada por su figura alta y esbelta, y ahora ya ni eso, sino una sombra, insignificante, una sombra que ya nadie notaba. Pero ella se había dado vuelta.
No lo hará enseguida, claro, sería ridículo siquiera considerarlo. Ojalá lo hiciera. Yo no puedo, está en sus manos. Pero le importaba. Se sentó en el desvencijado sillón sumido en la oscuridad. Una vez más, sus manos juguetearon con el celular en su bolsillo. Lo tomó en sus manos y comprobó que no había mensajes. Nada. Esto es normal. Lo dejó en la mesa y lo observó hasta que su tenue luz se había apagado. Finalmente, se quedó dormido.
Estaba en la fila del supermercado de la esquina de su casa, que parecía mucho más grande de lo usual. Solo quería cigarrillos. Detrás suyo estaba su tía con un carrito lleno de cajas de Mac & Cheese. Vestía su horrenda bata floreada. No alcanzaba a ver a todos quienes tenía adelante. Su impaciencia crecía. No puedo salirme ahora, ya he esperado mucho rato, no quiero que sea en vano.
Se despertó sobresaltado. Sonaba. Con el corazón casi saliéndosele del pecho, tomó el celular que vibraba en la mesita. No lo apagó en seguida. Lo dejó chirriar un buen rato, hasta que se extinguió solo. Se mordió el labio con fuerza y contuvo la respiración. Tenía que darse una ducha.
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lunes, 28 de junio de 2010
Me gustaría presentarme.
Yo soy la hija que te habla mal por estar resentida contigo por un error que tuviste. Soy por quien diste todo, por quien abandonaste tu vida, y que casi ni te mira cuando te sentás en su cama a preguntarle cómo estuvo su día. Soy quien carga esa culpa hace años pero no hace nada al respecto. Soy la hija a quien más querés y peor te trata. Soy quien no es capaz de hacer nada para ayudarte en la casa y se queja cuando le pedís el más mínimo favor. Soy quien más siente tu pena, soy quien un día cuando ya sea muy tarde se arrepentirá hasta el suicidio por la forma en que te ha tratado. Soy quien intentará con todo su corazón ser esa misma madre para sus hijos.
Yo soy la amiga que te decepcionará. Yo soy la amiga a la que todo le podrás contar. Yo soy quien más te valore. Yo seré quien más orgullosa me sienta al verte triunfar, quien más te festeje. Soy quien te apoyará en todas tus empresas, no importa cuan locas estas sean. Soy también quien te lastimará. Soy quien todo lo arruinará. Soy quien creíste que jamás te lastimaría, pero lo hizo. Soy quien no se merece un amigo como tú pero que luchará toda su vida por merecerlo.
Yo soy la novia que más te amará en tu vida. Soy quien más se sacrificará por ti en el mundo. Soy quien te pondrá antes que a nadie. Serás por quien yo viva. Soy quien te lo demostrará cada instante. Soy quien más te lastimará también. Soy quien justificará todos tus errores. Soy quien se hará cargo de todo. Soy quien creerá siempre lo mejor de ti. Soy quien más fe te tendrá jamás. Soy quien todo te perdonará. Soy quien soportará golpe tras golpe, mentira tras mentira, traición tras traición y te querrá de vuelta. Soy a quien culparán por todo. Soy quien no lo discutirá. Soy quien te abrazará y tranquilizará cuando más la hayas lastimado. Soy quien te traicionará una vez y vivirá para corregirlo. Soy quien no aguantará hasta el final. Soy quien te dejará aunque te ame.
Soy quien más te querrá en el universo. Soy una decepción.
Yo soy la amiga que te decepcionará. Yo soy la amiga a la que todo le podrás contar. Yo soy quien más te valore. Yo seré quien más orgullosa me sienta al verte triunfar, quien más te festeje. Soy quien te apoyará en todas tus empresas, no importa cuan locas estas sean. Soy también quien te lastimará. Soy quien todo lo arruinará. Soy quien creíste que jamás te lastimaría, pero lo hizo. Soy quien no se merece un amigo como tú pero que luchará toda su vida por merecerlo.
Yo soy la novia que más te amará en tu vida. Soy quien más se sacrificará por ti en el mundo. Soy quien te pondrá antes que a nadie. Serás por quien yo viva. Soy quien te lo demostrará cada instante. Soy quien más te lastimará también. Soy quien justificará todos tus errores. Soy quien se hará cargo de todo. Soy quien creerá siempre lo mejor de ti. Soy quien más fe te tendrá jamás. Soy quien todo te perdonará. Soy quien soportará golpe tras golpe, mentira tras mentira, traición tras traición y te querrá de vuelta. Soy a quien culparán por todo. Soy quien no lo discutirá. Soy quien te abrazará y tranquilizará cuando más la hayas lastimado. Soy quien te traicionará una vez y vivirá para corregirlo. Soy quien no aguantará hasta el final. Soy quien te dejará aunque te ame.
Soy quien más te querrá en el universo. Soy una decepción.
domingo, 27 de junio de 2010
Mugre.
Contengo la respiración y cierro los ojos con fuerza; espero. 30 segundos. No es mucho, pero mis pulmones son pequeños, no importa. De pronto mi torso se choca contra la brisa templada de otoño y siento un escalofríos. Avanzo manteniendo el ritmo hasta que solo mis pies están cubiertos de agua. Aquí me detengo y respiro hondo. Ya no tengo frío. Doy un par de pasos más, esta vez no tan rápido. La arena húmeda debajo de mis pies apenas parece notar mi presencia. Me paro firme, segura de que me sostendrá. La miro y sonrío; mis pies están inmaculados. Toda yo también. Me había asegurado de ello, pero ahora hay que seguir.
Doy unos pasos seguros y breves. Compruebo los daños. Todo en orden. Doy unos más, pero comienzo a sentir las diminutas piedras inquietarse un poco. Ya no permanecen en sus lugares, sino que las siento temblar ante mi presencia. Esto me preocupa, así es que decido avanzar con más cuidado. Levanto una pierna tras otra con esmero, y las vuelvo a apoyar con extrema meticulosidad. Bajo ningún concepto es aceptable ensuciarme otra vez. Pero a medida que avanzo y la arena se hace más inestable, considero que esta empresa se torna más y más peligrosa.
De repente la siento. Una única piedrecilla descansa impasible cerca de mi dedo meñique. ¿Qué hacer? Podría volver al mar y comenzar de nuevo, o mejor, podría volver y no moverme de allí. Decido continuar, es tan solo una, no es tan grave después de todo. Mientras me alejo de la tranquilidad del océano, el suelo va perdiendo su firmeza, y las pequeñas piedritas se hunden a mi paso, dejando atrás una huella cada vez más profunda. Mi andar se torna aun más lento, pues requiere mucho cuidado avanzar sin ensuciarse. Busco apoyarme siempre en aquellas áreas de la superficie que representan el menor riesgo. Ah, pero para qué, las pequeñas piedrecillas que circulan mi pies comienzan a rodar hasta caer en ellos, que ya no se ven tan limpios. Las ignoro y sigo caminando con más ahínco. Parece que cuanto más esfuerzo le pongo a un paso limpio, más piedritas se pegan a mi piel, descaradas y burlonas.
No. Ya no puedo soportarlas más. Me detengo en seco y me analizo escrupulosamente. Siento el agua salada bañar mi cara otra vez. Mi cuerpo se deshace en espasmos de dolor al contemplar en lo que me he convertido. Siento deseos de ahogarme en esta suciedad, de cubrir cada ángulo de mi cuerpo en ella y por fin desaparecer. Fracasé. Estoy sucia. Sucia.
Doy unos pasos seguros y breves. Compruebo los daños. Todo en orden. Doy unos más, pero comienzo a sentir las diminutas piedras inquietarse un poco. Ya no permanecen en sus lugares, sino que las siento temblar ante mi presencia. Esto me preocupa, así es que decido avanzar con más cuidado. Levanto una pierna tras otra con esmero, y las vuelvo a apoyar con extrema meticulosidad. Bajo ningún concepto es aceptable ensuciarme otra vez. Pero a medida que avanzo y la arena se hace más inestable, considero que esta empresa se torna más y más peligrosa.
De repente la siento. Una única piedrecilla descansa impasible cerca de mi dedo meñique. ¿Qué hacer? Podría volver al mar y comenzar de nuevo, o mejor, podría volver y no moverme de allí. Decido continuar, es tan solo una, no es tan grave después de todo. Mientras me alejo de la tranquilidad del océano, el suelo va perdiendo su firmeza, y las pequeñas piedritas se hunden a mi paso, dejando atrás una huella cada vez más profunda. Mi andar se torna aun más lento, pues requiere mucho cuidado avanzar sin ensuciarse. Busco apoyarme siempre en aquellas áreas de la superficie que representan el menor riesgo. Ah, pero para qué, las pequeñas piedrecillas que circulan mi pies comienzan a rodar hasta caer en ellos, que ya no se ven tan limpios. Las ignoro y sigo caminando con más ahínco. Parece que cuanto más esfuerzo le pongo a un paso limpio, más piedritas se pegan a mi piel, descaradas y burlonas.
No. Ya no puedo soportarlas más. Me detengo en seco y me analizo escrupulosamente. Siento el agua salada bañar mi cara otra vez. Mi cuerpo se deshace en espasmos de dolor al contemplar en lo que me he convertido. Siento deseos de ahogarme en esta suciedad, de cubrir cada ángulo de mi cuerpo en ella y por fin desaparecer. Fracasé. Estoy sucia. Sucia.
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viernes, 25 de junio de 2010
Vuvuzela en YouTube.
Sinceramente, no puedo soportar ni a la vuvuzela ni a las quejas interminables que sobre ella hay, pero esto me pareció divertido. No es raro que a veces surjan referencias u homenajes a eventos del pasado o la actualidad de manera sutil o no tan sutil dentro del mundo de Internet. Clásico ejemplo es el logo de Google, que suele cambiar, cada vez que hay una fecha importante o similar, por una imagen que de alguna forma lo represente. Mis preferidos suelen ser los que representan artistas plásticos, por ejemplo:
También hay otros muy geniales como:
También hay otros muy geniales como:
El aniversario número 50 de LEGO. <3
El cumpleaños de Braille.
Y por supuesto el reciente e inolvidable PacMan.
Anyway, la idea de este post no era hacer un recorrido por la historia de los logos de Google, sino mostrarles que YouTube tampoco se queda atrás. Acaban de incorporar un botoncito nuevo a algunos videos que... mejor que lo prueben ustedes mismos. Click aquí para ver un video que lo tiene.
Pista: el botón tiene forma de pelota de fútbol.
Utopía.
Y todo tendría sentido si al final se cumpliera el sueño. Aquellos sacrificios que ahora lamentas en largas noches en velo se transformarían simplemente en el precio de obtener lo que siempre deseaste. Y ningún precio es demasiado alto para el mayor anhelo de tu vida, ¿o lo es? ¿Acaso hay cosas que uno jamás debería sacrificar, aunque sea por la causa que uno juzga más noble? En todo caso, esa es otra pregunta. Yo quiero saber, ¿qué pasa con esa larga lista de pérdidas una vez que la fantasía se hace añicos? ¿Cómo recupera uno esos pedacitos de sí mismo que fue entregando con la esperanza de que un día le habrán traído la felicidad más plena? ¿Cómo avanzar d-e-s-h-e-c-h-o por nuevos caminos con la certeza de que todo.fue.en.vano? Que tu cuerpo magullado, que tu mente confusa y desesperada, que tu decepcionado corazón, a los que sometiste a veces inconscientemente, pero otras deliberadamente en nombre de lo que juzgaste más sagrado, sufrieron por una causa perdida, por algo que te consumió hasta la médula y luego te devolvió hecho un caos cuando tu optimismo se hubo secado y tu esperanza hubo muerto de una vez.
Y entonces yo me pregunto, ¿hay algo que valga la pena tantos golpes, tanto dolor, tantos sacrificios? Y aunque no sea yo la que lo consiga, deseo con cada fibra de mi ser que la respuesta sea "sí".
Y entonces yo me pregunto, ¿hay algo que valga la pena tantos golpes, tanto dolor, tantos sacrificios? Y aunque no sea yo la que lo consiga, deseo con cada fibra de mi ser que la respuesta sea "sí".
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lunes, 21 de junio de 2010
Debería haberlo sido.
Se presentaba de brazos cruzados, ceño fruncido y gesto indiferente. Hablaba con calma y mesura, cuidando sus palabras, que solo eran pronunciadas luego de atravesar los incontables filtros que había preparado meticulosamente en su cabeza. Deshacía cada frase escuchada, analizaba cada segmento, destilando las sutilezas que luego sabía desdeñar satisfecha. Conocía sus límites, y sabía cuando retirarse.
Te humanizaba. No veía en ti nada especial, a su entender sus lentes solo reflejaban tu mediocridad. Tu mirada clavada en ellos no la provocaba, no producía en ella sensaciones de ningún tipo; quizás un poco de sorpresa al ver por cuánto tiempo exploraban su mirada, pero eso era todo. El contacto con tu piel, esos roces que a veces lograba evitar puesto que sabía que eran intencionales, no la estremecían aquellas veces en que tu rapidez superaba la suya. Tampoco la movían tu aroma y tu dulce perfume que llegaban en ráfagas repentinas cuando te inclinabas a tomar tu vaso.
Tus exquisitos versos y tus afectuosas promesas no la cautivaban; tampoco tus hermosas sorpresas y entrañables gestos. No la conmovía verse envuelta en tus protectores brazos mientras se deshacía en lágrimas de temor y angustia; esto simplemente no sucedía. No había palabras de consuelo ni caricias de contención, pues estas no eran necesarias.
No, ella fue consistente hasta la médula. Y tú se lo agradeciste cuando por fin sus rotundas negativas habían colmado tu paciencia. No había nada que censurarle. Ella era irreprochable. Si había algo en su corazón, jamás lo sabrías, pues era la Razón quien dominaba su proceder.
Ah, pero ella no soy yo y yo no fui ella.
Te humanizaba. No veía en ti nada especial, a su entender sus lentes solo reflejaban tu mediocridad. Tu mirada clavada en ellos no la provocaba, no producía en ella sensaciones de ningún tipo; quizás un poco de sorpresa al ver por cuánto tiempo exploraban su mirada, pero eso era todo. El contacto con tu piel, esos roces que a veces lograba evitar puesto que sabía que eran intencionales, no la estremecían aquellas veces en que tu rapidez superaba la suya. Tampoco la movían tu aroma y tu dulce perfume que llegaban en ráfagas repentinas cuando te inclinabas a tomar tu vaso.
Tus exquisitos versos y tus afectuosas promesas no la cautivaban; tampoco tus hermosas sorpresas y entrañables gestos. No la conmovía verse envuelta en tus protectores brazos mientras se deshacía en lágrimas de temor y angustia; esto simplemente no sucedía. No había palabras de consuelo ni caricias de contención, pues estas no eran necesarias.
No, ella fue consistente hasta la médula. Y tú se lo agradeciste cuando por fin sus rotundas negativas habían colmado tu paciencia. No había nada que censurarle. Ella era irreprochable. Si había algo en su corazón, jamás lo sabrías, pues era la Razón quien dominaba su proceder.
Ah, pero ella no soy yo y yo no fui ella.
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This one's on me.
That's ok, if this is the price I have to pay,
for making you look forward again,
I'll take it,
it's well worth it,
for you and for me,
it's worth it,
giving up my mental health,
putting a strain on myself,
opening up the hole again,
tearing my heart wide open again,
taking comfort on death again,
it's well worth it,
for your skies are brighter than yesterday's,
and mine will be too again, one day.
for making you look forward again,
I'll take it,
it's well worth it,
for you and for me,
it's worth it,
giving up my mental health,
putting a strain on myself,
opening up the hole again,
tearing my heart wide open again,
taking comfort on death again,
it's well worth it,
for your skies are brighter than yesterday's,
and mine will be too again, one day.
miércoles, 9 de junio de 2010
Depredador.
Te abres paso cuidadosamente,
retrocediendo cuando es necesario,
embistiendo con fuerza cuando así lo amerita,
clavando tus garras con más fuerza cada vez,
segura de que el dolor agudo de tu asido será soportado,
pues siempre había habido algo placentero en ese dolor, ¿verdad?
Sin pretensiones, respetabas y guardabas silencio ante la menor queja;
pues todavía no llegaba tu momento.
Mas poco a poco te permitías alguna petición inocente,
segura de obtener los resultados esperados;
multiplicábanse los pedidos, que iban perdiendo ya esa inocencia,
algunos concedidos, otros denegados,
bajo esa sombra de amarga culpabilidad que supiste tender,
esa que todo iba ennegreciéndolo,
que ocultaba como se tejían esas telarañas en mi pecho expuesto,
de finas, sedosas cerdas al principio,
pero ahora tan gruesas que dificultan mi respiración.
Así te abrías paso, dejando tu rastro venenoso,
así hasta que una falla en tus cálculos,
un error,
o una avidez que no pudiste controlar,
bien te arrastró al a-b-u-s-o, así deletreado,
entonces todo acabó.
Te retraíste sin decir una palabra,
dejando atrás este denso enredo ponzoñoso en mi pecho,
sin antídoto,
sin remedio,
más que el tiempo,
otra vez,
el tiempo.
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miércoles, 2 de junio de 2010
Hola. ¿Nos conocemos?
necesito tanto creer en la bondad de la gente excuso yo los excuso a todos tenían sus motivos nada es intencional fue un error en palabras de la gran Blanche Dubois y parafraseando y traduciendo burdamente del inglés la única cosa verdaderamente imperdonable es la crueldad deliberada y es cierto no hay nada que me haga sentir tan mal como la posibilidad de que esto exista siempre debe haber justificativo lo entienden yo defenderé a muerte que lo que me hiciste que lo que tú hiciste que lo que ellos hacen hicieron y harán que lo que todos que nada fue con la intención de lastimar nada nunca porque te quiero y los quiero y no es posible que lo hayan hecho así y por favor puedo soportar todo puedo soportar lo que sea pero no me dañes a sabiendas no me lastimes queriendo no me golpess para verme sangrar no lo hagas queriendo por favor hagas lo que hagas hagan lo que hagan por favor jamás lastimen queriendo es despojarnos a todos de humanidad es perderla
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martes, 1 de junio de 2010
Porque la vida está llena de momentos Lyncheanos.
Escuchar esta canción en el repdroductor mp3 (¡al diablo con los iPods!) paseando por entre las góndolas de un supermercado mientras desfilan por los ojos las marcas más absurdas, los colores más inesperados, los productos más estrafalarios y las gentes más extravagantes es una de las experiencias más insolitas que se puede vivir en la vida (oh, ¡vivan las redundancias!). Rara vez sentí algo tan excepcional, ¡así que queda altamente recomendado!
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domingo, 30 de mayo de 2010
Mosaico.
No sé cuándo fue la primera vez que lo sentiste. Entonces yo no te conocía. Pero sé que cuando te sucedió, no te sorprendió, ni tardaste en admitírtelo. Debo reconocer que, a diferencia del resto, tú no te engañas y absorbes cada nuevo pedazo de ti misma con aplomo. Quizás te regocijaras en el hecho de que eras diferente, tú dirías especial, en todavía un nuevo aspecto. Te imaginabas contándolo a tu madre, a tu familia entera, y a tus amigos, ay, aquellos que tan poco se lo esperaban, contarle a todos ellos, con expresión triunfal y desafiante; erguida y orgullosa... Claro que para eso habría que concretarlo primero. Y eso resultó ser más difícil de lo que te esperabas. Aun más considerando que era una batalla que querías pelear sola, jamás revelaste tu secreto antes de tiempo, no aceptabas compartir tus fantasías sin concretar, debías poder acompañar la gran revelación con una anécdota real, con una prueba fehaciente de que lo que surgió en el mundo cerebral, se ejecutó en los hechos a su vez. Sí, no había duda entonces, de que estabas sola; sola hasta que lograras tu meta.
La primera era imposible. Y de cualquier forma no te interesaba. O bien, era imposible, por ende ya no te interesaba. Como sea, ella había sido el gatillo que desencadenó los eventos posteriores. Había tenido un papel importante, no había necesidad de darle otro. ¡El fundamental, no faltaba más! Era ridículo. Así fue que pronto te olvidaste de ella y pasaste a otras cosas. Es necesario aclarar que jamás abandonaste tu fachada, representabas el papel como una actriz consumada y a decir verdad, todavía no estabas totalmente desencantada del sexo opuesto. Solo que en esa primera euforia de descubrimiento, te aburrían y ansiabas el momento de probar algo diferente. Aproximadamente un año después de la revelación, llegó ella.
En seguida te deslumbró su inteligencia, su buen gusto. De ella lo supiste al momento, no hacía nada por ocultarlo, mas bien todo lo contrario, podría decirse que era parte de su tarjeta de presentación. Esto te interesó aun más, pues así querías ser tú llegado el momento, arrogante en tu disparidad. Congeniaron instantáneamente, tú predispuesta y ella con sinceridad, pues tú eres bonita y seductora. Te envuelve un halo de misterio, tus párpados entornados lujuriosamente, invitantes, prometen mil cosas que tu cuerpo luego titubea en entregar. Tentabas pero oponías cierta resistencia, resistencia que ella supo ver y respetar, así es que, muy a pesar tuyo, no intentó nada. Claro que ella tenía quizás demasiada experiencia, no convenía alguien así, te ridiculizaría, expondría tu evidente impericia. Sin embargo, te costó más justificar esta derrota y por mucho tiempo, acompañaba su recuerdo un pinchazo de arrepentimiento.
Cuando ella se fue, pues no era de por aquí y solo estaba de visita, tus ánimos decayeron. No pretendías que tardara tanto en llegar la tan esperada ocasión. Estabas acostumbrada a actuar según lo que sentías, pero esta situación presentaba obstáculos por ti inimaginables hasta el momento. Lo cual no quiere decir que seas impulsiva, aunque cualquiera usaría esta palabra para describirte. No, eres premeditativa hasta la médula. Lo que sucede es que tienes una prodigiosa capacidad de razonamiento y te abres paso con sorprendente habilidad utilizando la lógica. Discurres largamente contigo misma hasta que desmitificas tus obstáculos y te dispones a recorrer el camino que tú misma despejaste. Pero por algún motivo que no alcanzabas a comprender, estas trabas eran escurridizas y tu poderosa mente no atinaba a desfragmentarlas, pedazo a pedazo, hasta llegar a su núcleo, que tus incisivos alegatos destrozaban sin piedad. No, estos se ocultaban bajo la protectora sombra de la vanidad. Y no hay nada más poderoso que la humillación para acabar con ella.
Esta desilusión fue el pie perfecto para su llegada, el momento más oportuno. Por supuesto ayudó que él estuviera encantado contigo. A pesar de tu reticencia a darle una oportunidad, él no descansó hasta tenerte. Y te tuvo. Pues las reiteradas frustraciones habían magullado tu autoestima, y poseías una carencia afectiva importante, carencia que él supo llenar con perseverancia. Y a cambio tú te entregaste completamente, sedienta de cariño. Sepultaste tus fantasías, segura de estos nuevos sentimientos, leal al que había sabido conquistarte. Pues si hay algo que puede decirse de ti, es que eres empecinadamente fiel; el engaño no tiene lugar en tu rígido código de conducta, no por amor a la ética, sino porque son variables que no aceptas en tus ecuaciones.
Siguió una fase de tranquilidad, de arrobamiento, de dicha como hace mucho tiempo no experimentabas. De vez en cuando escapaba a tus filtros una añoranza, una punzada de insatisfacción, un sentimiento de culpa singular; pero devota a tu negligencia, lo repudiabas como un capricho. Tu sometimiento era total. Y creías, pues así lo aparentaba, pues así lo fue durante esa etapa, que el suyo lo era también. Así es que cuando te pidió ese sacrificio, esa confianza ciega en él y en lo que eran, sentiste que era la oportunidad perfecta para demostrar la rectitud de tu carácter. Con qué complaciencia lo hiciste; qué altiva y orgullosa te mostrabas ante todos, ante aquellos que no compartían tu pasión, ellos que miraban tu sacrificio con aprensión, con temor por ti, con una seguridad en su pesimismo de personas experimentadas en los desengaños de la vida. Pero tú, ¡magnífica!, tú te mantenías obstinada en tu fervor. Así es que cuando él, su rostro enterrado en sus manos temblorosas, abatido, te confesó que ya no eras tú a quien él veneraba, tu mundo se hizo añicos.
Esta traición te descompensó. Nunca más fuiste la misma. Imposible de prever, el elemento sorpresa jugó un papel importante en la forma en que te afectó. Solo tú no lo imaginabas factible, solo tú que asumes en otros cualidades propias y luego te decepcionas al ver que el resto es diferente. Y había que verte, había que imaginarte rearmándote en tu cuarto antes de salir a enfrentar el mundo, el cual ya no frecuentabas tanto porque mostrarte entera consumía demasiado de ti misma. Ansiabas los momentos de soledad y a todos rehuías, excusándote de mil formas, jamás admitiendo la verdadera razón de tu aislamiento. Sin embargo, una vez pasado lo peor, cuando finalmente te decidías a comenzar la lenta reinserción en el mundo, sentiste que se abrían nuevos caminos. Porque es verdad que la decepción de lo que uno creía absoluto, provoca cierto carácter temerario en cuanto a posibilidades alternativas. Fue entonces que te conocí.
Una vez más, el momento no podía ser más oportuno. Tú me necesitabas, y yo a ti. Todavía recuerdo la impresión que me causó verte, la belleza de tu porte; tu rostro enigmático, elegante. Te mostrabas locuaz, aunque algo suspicaz. Parecías burlarte de todos, cómplice de ti misma. Tú sabías quién era yo. Esta vez, tus intenciones fueron claras desde el principio. Aturdida, pues debo admitir que tu desmedida franqueza me tomó algo desprevenida, te correspondí y tú no vacilaste. Por un momento, volví a sentir esa avasallante conexión con alguien. Contigo sentí la necesidad imperante de extender mi brazo y atraerte hacia mí. Y eso hice. Y tú viniste. Y tú hubieras venido incluso aunque no te hubiera llamado.
Esa fue la primera y última vez que te vi, pues luego de esto te retraíste en tu mundo y jamás volví a saber de ti. Algo no había resultado como tú te esperabas, algo había sido distinto a como tú te lo venías imaginando hacia años en tu maravillosa cabecita. O quizás ese había sido tu plan desde el principio. Es cierto que ya no me necesitabas. También lo es que yo a ti tampoco. Sí, aquello debía terminar así. Eso decidiste. Eso decidimos. Así es que al ver tu nombre destellar unos instantes en la pantalla de mi celular esta mañana, dejé que se esfumara sin más, desatendido. Cómo quemas con tu mirada ese pequeño aparato, cómo lo tomas en tus nerviosas manos exigiéndole que hable. Yo espero, con ansiedad, por un segundo centelleo. Te lo mereces, pienso. Al menos eso. Aunque quizás nunca llegue. Sí, llegará, concluyo, pero yo no esperaré.
La primera era imposible. Y de cualquier forma no te interesaba. O bien, era imposible, por ende ya no te interesaba. Como sea, ella había sido el gatillo que desencadenó los eventos posteriores. Había tenido un papel importante, no había necesidad de darle otro. ¡El fundamental, no faltaba más! Era ridículo. Así fue que pronto te olvidaste de ella y pasaste a otras cosas. Es necesario aclarar que jamás abandonaste tu fachada, representabas el papel como una actriz consumada y a decir verdad, todavía no estabas totalmente desencantada del sexo opuesto. Solo que en esa primera euforia de descubrimiento, te aburrían y ansiabas el momento de probar algo diferente. Aproximadamente un año después de la revelación, llegó ella.
En seguida te deslumbró su inteligencia, su buen gusto. De ella lo supiste al momento, no hacía nada por ocultarlo, mas bien todo lo contrario, podría decirse que era parte de su tarjeta de presentación. Esto te interesó aun más, pues así querías ser tú llegado el momento, arrogante en tu disparidad. Congeniaron instantáneamente, tú predispuesta y ella con sinceridad, pues tú eres bonita y seductora. Te envuelve un halo de misterio, tus párpados entornados lujuriosamente, invitantes, prometen mil cosas que tu cuerpo luego titubea en entregar. Tentabas pero oponías cierta resistencia, resistencia que ella supo ver y respetar, así es que, muy a pesar tuyo, no intentó nada. Claro que ella tenía quizás demasiada experiencia, no convenía alguien así, te ridiculizaría, expondría tu evidente impericia. Sin embargo, te costó más justificar esta derrota y por mucho tiempo, acompañaba su recuerdo un pinchazo de arrepentimiento.
Cuando ella se fue, pues no era de por aquí y solo estaba de visita, tus ánimos decayeron. No pretendías que tardara tanto en llegar la tan esperada ocasión. Estabas acostumbrada a actuar según lo que sentías, pero esta situación presentaba obstáculos por ti inimaginables hasta el momento. Lo cual no quiere decir que seas impulsiva, aunque cualquiera usaría esta palabra para describirte. No, eres premeditativa hasta la médula. Lo que sucede es que tienes una prodigiosa capacidad de razonamiento y te abres paso con sorprendente habilidad utilizando la lógica. Discurres largamente contigo misma hasta que desmitificas tus obstáculos y te dispones a recorrer el camino que tú misma despejaste. Pero por algún motivo que no alcanzabas a comprender, estas trabas eran escurridizas y tu poderosa mente no atinaba a desfragmentarlas, pedazo a pedazo, hasta llegar a su núcleo, que tus incisivos alegatos destrozaban sin piedad. No, estos se ocultaban bajo la protectora sombra de la vanidad. Y no hay nada más poderoso que la humillación para acabar con ella.
Esta desilusión fue el pie perfecto para su llegada, el momento más oportuno. Por supuesto ayudó que él estuviera encantado contigo. A pesar de tu reticencia a darle una oportunidad, él no descansó hasta tenerte. Y te tuvo. Pues las reiteradas frustraciones habían magullado tu autoestima, y poseías una carencia afectiva importante, carencia que él supo llenar con perseverancia. Y a cambio tú te entregaste completamente, sedienta de cariño. Sepultaste tus fantasías, segura de estos nuevos sentimientos, leal al que había sabido conquistarte. Pues si hay algo que puede decirse de ti, es que eres empecinadamente fiel; el engaño no tiene lugar en tu rígido código de conducta, no por amor a la ética, sino porque son variables que no aceptas en tus ecuaciones.
Siguió una fase de tranquilidad, de arrobamiento, de dicha como hace mucho tiempo no experimentabas. De vez en cuando escapaba a tus filtros una añoranza, una punzada de insatisfacción, un sentimiento de culpa singular; pero devota a tu negligencia, lo repudiabas como un capricho. Tu sometimiento era total. Y creías, pues así lo aparentaba, pues así lo fue durante esa etapa, que el suyo lo era también. Así es que cuando te pidió ese sacrificio, esa confianza ciega en él y en lo que eran, sentiste que era la oportunidad perfecta para demostrar la rectitud de tu carácter. Con qué complaciencia lo hiciste; qué altiva y orgullosa te mostrabas ante todos, ante aquellos que no compartían tu pasión, ellos que miraban tu sacrificio con aprensión, con temor por ti, con una seguridad en su pesimismo de personas experimentadas en los desengaños de la vida. Pero tú, ¡magnífica!, tú te mantenías obstinada en tu fervor. Así es que cuando él, su rostro enterrado en sus manos temblorosas, abatido, te confesó que ya no eras tú a quien él veneraba, tu mundo se hizo añicos.
Esta traición te descompensó. Nunca más fuiste la misma. Imposible de prever, el elemento sorpresa jugó un papel importante en la forma en que te afectó. Solo tú no lo imaginabas factible, solo tú que asumes en otros cualidades propias y luego te decepcionas al ver que el resto es diferente. Y había que verte, había que imaginarte rearmándote en tu cuarto antes de salir a enfrentar el mundo, el cual ya no frecuentabas tanto porque mostrarte entera consumía demasiado de ti misma. Ansiabas los momentos de soledad y a todos rehuías, excusándote de mil formas, jamás admitiendo la verdadera razón de tu aislamiento. Sin embargo, una vez pasado lo peor, cuando finalmente te decidías a comenzar la lenta reinserción en el mundo, sentiste que se abrían nuevos caminos. Porque es verdad que la decepción de lo que uno creía absoluto, provoca cierto carácter temerario en cuanto a posibilidades alternativas. Fue entonces que te conocí.
Una vez más, el momento no podía ser más oportuno. Tú me necesitabas, y yo a ti. Todavía recuerdo la impresión que me causó verte, la belleza de tu porte; tu rostro enigmático, elegante. Te mostrabas locuaz, aunque algo suspicaz. Parecías burlarte de todos, cómplice de ti misma. Tú sabías quién era yo. Esta vez, tus intenciones fueron claras desde el principio. Aturdida, pues debo admitir que tu desmedida franqueza me tomó algo desprevenida, te correspondí y tú no vacilaste. Por un momento, volví a sentir esa avasallante conexión con alguien. Contigo sentí la necesidad imperante de extender mi brazo y atraerte hacia mí. Y eso hice. Y tú viniste. Y tú hubieras venido incluso aunque no te hubiera llamado.
Esa fue la primera y última vez que te vi, pues luego de esto te retraíste en tu mundo y jamás volví a saber de ti. Algo no había resultado como tú te esperabas, algo había sido distinto a como tú te lo venías imaginando hacia años en tu maravillosa cabecita. O quizás ese había sido tu plan desde el principio. Es cierto que ya no me necesitabas. También lo es que yo a ti tampoco. Sí, aquello debía terminar así. Eso decidiste. Eso decidimos. Así es que al ver tu nombre destellar unos instantes en la pantalla de mi celular esta mañana, dejé que se esfumara sin más, desatendido. Cómo quemas con tu mirada ese pequeño aparato, cómo lo tomas en tus nerviosas manos exigiéndole que hable. Yo espero, con ansiedad, por un segundo centelleo. Te lo mereces, pienso. Al menos eso. Aunque quizás nunca llegue. Sí, llegará, concluyo, pero yo no esperaré.
martes, 25 de mayo de 2010
Crisis de identidad.
Y es acaso todo mi culpa.
Lo admito, soy culpable.
Pues ellos son ellos,
otros distintos,
Ella es Ella,
otra que no soy yo,
y lo natural no existe,
existes y existo,
y cómo espero siempre
y cómo me equivoco siempre,
qué egoísta soy,
qué patético narcisismo,
el pensar que tú eras tú
en la medida en que yo así lo quería,
que ellos eran ellos, mis ellos,
todos ustedes, yo,
todos nosotros, pequeños fragmentos cristalinos,
todos de figuras únicas,
todos reflejando la misma imagen,
tú eras yo, tenías que serlo,
tú eres yo, lo sé.
Lo admito, soy culpable.
Pues ellos son ellos,
otros distintos,
Ella es Ella,
otra que no soy yo,
y lo natural no existe,
existes y existo,
y cómo espero siempre
y cómo me equivoco siempre,
qué egoísta soy,
qué patético narcisismo,
el pensar que tú eras tú
en la medida en que yo así lo quería,
que ellos eran ellos, mis ellos,
todos ustedes, yo,
todos nosotros, pequeños fragmentos cristalinos,
todos de figuras únicas,
todos reflejando la misma imagen,
tú eras yo, tenías que serlo,
tú eres yo, lo sé.
lunes, 24 de mayo de 2010
Re:
Cuando abrí los ojos esta mañana sabía que sería uno de esos días. Quizás eran las densas nubes grises que se colaban por las rendijas de la ventana, quizás era la humedad (siempre se puede culpar a la humedad, ¿no?), quizás las pesadillas de siempre habían tomado formas más siniestras durante la noche... No sé, pero abrir la persiana y encontrarme todavía envuelta en penumbras no hizo nada por ayudarme. Lo que más me molesta es cantar victoria para solo retractarme después, en esos segundos en que la capacidad de autoengaño hace despliegue de sus mejores talentos. Eso, o quizás la sensación de alivio cuando me encuentro sonriendo de veras, o en los minutos en que amados ellos logran entrar y abatir la soledad interior, o en los picos de las noches de elocuente ebriedad. Es entonces que a veces hago una pausa y trato de imprimir en mi memoria esos lapsus de efímera felicidad, para luego evocarlos en los días nublados de encierro. Claro que esto nunca funciona; llegan con la fuerza de una cálida brisa de verano, casi obsoleta, mientras que son otros los recuerdos que acuden presurosos y torrenciales, dejándolo a uno varado e inerte, completamente a su merced. Otras veces llegas como una lluvia tropical, rauda e imprevista, para irte pronto, luego de causar estragos. El otro día volví a repetir lo que hace casi dos años vengo afirmando: jamás vi algo tan hermoso como tú. Nunca lo olvidé, nunda dejó de sorprenderme. Quizás fue eso lo que faltó esta mañana, quizás fue no ver tu rostro al alcance de mis manos, esa fuente de infinita inspiración recordándome que todavía hay belleza divina en la tierra, susurrándome tiernamente al oído: "Todo estará bien."
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viernes, 21 de mayo de 2010
Top 3 más escuchadas de la semana.
1. Cat Power - Metal Heart
Con el motivo de la llegada de Chan Marshall (a.k.a. Cat Power) a Montevideo la semana que viene, estuve escuchándola muy seguido y aunque tiene muchísimas canciones espectaculares, algunas de las cuales escuché obsesivamente también, la canción que más me fascina en este momento es "Metal Heart". Lo curioso es que hay dos versiones y cuesta decidir cuál me gusta más. Apareció por primera vez en el álbum "Moon Pix" de 1998, el cuarto de Cat Power, y aparentemente esta canción se escribió el mismo día que muchas otras del cd, como "He Turns Down", "Say", "Cross Bones Style" y "You May Know Him", pero en mi opinión ninguna tiene la fuerza de esta. La belleza de la primera versión se centra casi completamente en la voz rasposa pero dulce de Cat Power, de una indecible tristeza. Se siente más desnuda, menos instrumentalizada, menos dramatizada y más sincera y cruda que la segunda, que en cambio, tiene un acompañamiento musical mucho más trabajado y menos austero. Esta última aparece en "Jukebox" del 2008, un álbum compuesto mayoritariamente de covers, en este caso a sí misma, que tuvo un considerable éxito en ventas. La melodía es hermosa, eso no tiene discusión, pero cuando en la primera el tono apenas cambia hacia el final, la segunda parece estar en un constante in crescendo, su fuerza e intensidad aumentando hasta que al final una sinfonía de música devastadora se apropia completamente de la canción.
Acá les dejo las dos versiones y a ver cuál les gusta más:
2. Gossip - Standing in the Way of Control
La canción pertene al tercer disco de la banda estadounidense que salió en el 2006, y fue su primer éxito mainstream. Primero que nada, me acabo de enterar que esta canción está tan asociada con la serie "Skins". Nunca la vi, pero muchos que conozco sí, así que quizás le termine dando una oportunidad. Bueno, una vez aclarado eso, debo decir que amo esta canción. La música es súper divertida y la voz de la cantante Beth Gibbons es extraordinaria. La combinación de su voz blusera y espiritual y los riffs contagiosos de la guitarra funciona a la perfección. Además la escribió en protesta contra la prohibición de matrimonio de los homosexuales, lo que automaticamente la hace mucho más genial. Dijo Beth Gibbons: "Nadie en los Estados Unidos se sorprendió tanto por lo que hizo Bush, pero hizo que todos a quienes conozco se sintieran indefensos y burlados. Escribí el coro para intentar alentar a que no se dieran por vencidos. Son tiempos preocupantes para los derechos civiles, pero realmente creo que la única forma de sobrevivir es mantenerse unidos y seguir luchando". ¿Rock bailable con conciencia social? Sa-be-lo.
Acá está el video algo loco:
3. The Raveonettes - Twilight
The Raveonettes son un duo danés de rock alternativo (los tags son siempre tan complicados, "alternativo" sirve para todo) con un nombre absolutamente genial, que combina la canción "Rave on!" (de Buddy Holly) con el nombre del grupo The Ronettes, aquellas diosas de los 60's, cuya estrella principal Ronnie Spector prestó su voz para una de las canciones del grupo. Con influencias como estas, más las de The Velvet Underground, The Jesus & Mary Chain y otras más, su música es una mezcla exquisita de los sonidos de los 50's/60's con un toque de pop dark más moderno. En fin, "Twilight" pertenece a su segundo álbum, "Pretty In Black", del 2005. Como la anterior, tiene una tonada muy entretenida, y mientras uno la baila, se esfuerza por entender las voces sutiles y misteriosas de los cantantes en dueto, que hablan de sexo y una relación de dominación/sumisión, algo perturbador pero excitante al mismo tiempo. Siempre me gustó la música que combina instrumentalización upbeat y letras oscuras; por algo The Smiths es mi banda preferida. Mi parte favorita es cuando explota el ritmo bailable y cantan mis líneas preferidas de la letra: "My heart is like a filling station; And it jumped with joy when you pulled in".
Los videos en vivo no se escuchan muy bien, así que les dejo la versión original:
Con el motivo de la llegada de Chan Marshall (a.k.a. Cat Power) a Montevideo la semana que viene, estuve escuchándola muy seguido y aunque tiene muchísimas canciones espectaculares, algunas de las cuales escuché obsesivamente también, la canción que más me fascina en este momento es "Metal Heart". Lo curioso es que hay dos versiones y cuesta decidir cuál me gusta más. Apareció por primera vez en el álbum "Moon Pix" de 1998, el cuarto de Cat Power, y aparentemente esta canción se escribió el mismo día que muchas otras del cd, como "He Turns Down", "Say", "Cross Bones Style" y "You May Know Him", pero en mi opinión ninguna tiene la fuerza de esta. La belleza de la primera versión se centra casi completamente en la voz rasposa pero dulce de Cat Power, de una indecible tristeza. Se siente más desnuda, menos instrumentalizada, menos dramatizada y más sincera y cruda que la segunda, que en cambio, tiene un acompañamiento musical mucho más trabajado y menos austero. Esta última aparece en "Jukebox" del 2008, un álbum compuesto mayoritariamente de covers, en este caso a sí misma, que tuvo un considerable éxito en ventas. La melodía es hermosa, eso no tiene discusión, pero cuando en la primera el tono apenas cambia hacia el final, la segunda parece estar en un constante in crescendo, su fuerza e intensidad aumentando hasta que al final una sinfonía de música devastadora se apropia completamente de la canción.
Acá les dejo las dos versiones y a ver cuál les gusta más:
2. Gossip - Standing in the Way of Control
La canción pertene al tercer disco de la banda estadounidense que salió en el 2006, y fue su primer éxito mainstream. Primero que nada, me acabo de enterar que esta canción está tan asociada con la serie "Skins". Nunca la vi, pero muchos que conozco sí, así que quizás le termine dando una oportunidad. Bueno, una vez aclarado eso, debo decir que amo esta canción. La música es súper divertida y la voz de la cantante Beth Gibbons es extraordinaria. La combinación de su voz blusera y espiritual y los riffs contagiosos de la guitarra funciona a la perfección. Además la escribió en protesta contra la prohibición de matrimonio de los homosexuales, lo que automaticamente la hace mucho más genial. Dijo Beth Gibbons: "Nadie en los Estados Unidos se sorprendió tanto por lo que hizo Bush, pero hizo que todos a quienes conozco se sintieran indefensos y burlados. Escribí el coro para intentar alentar a que no se dieran por vencidos. Son tiempos preocupantes para los derechos civiles, pero realmente creo que la única forma de sobrevivir es mantenerse unidos y seguir luchando". ¿Rock bailable con conciencia social? Sa-be-lo.
Acá está el video algo loco:
3. The Raveonettes - Twilight
The Raveonettes son un duo danés de rock alternativo (los tags son siempre tan complicados, "alternativo" sirve para todo) con un nombre absolutamente genial, que combina la canción "Rave on!" (de Buddy Holly) con el nombre del grupo The Ronettes, aquellas diosas de los 60's, cuya estrella principal Ronnie Spector prestó su voz para una de las canciones del grupo. Con influencias como estas, más las de The Velvet Underground, The Jesus & Mary Chain y otras más, su música es una mezcla exquisita de los sonidos de los 50's/60's con un toque de pop dark más moderno. En fin, "Twilight" pertenece a su segundo álbum, "Pretty In Black", del 2005. Como la anterior, tiene una tonada muy entretenida, y mientras uno la baila, se esfuerza por entender las voces sutiles y misteriosas de los cantantes en dueto, que hablan de sexo y una relación de dominación/sumisión, algo perturbador pero excitante al mismo tiempo. Siempre me gustó la música que combina instrumentalización upbeat y letras oscuras; por algo The Smiths es mi banda preferida. Mi parte favorita es cuando explota el ritmo bailable y cantan mis líneas preferidas de la letra: "My heart is like a filling station; And it jumped with joy when you pulled in".
Los videos en vivo no se escuchan muy bien, así que les dejo la versión original:
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lunes, 17 de mayo de 2010
Just post it.
I'm so fucking mad. So fucking pissed off at everything. Why the fuck do I have to feel this way? What exactly went wrong? When was it? Was there a way in which I could have prevented it? I'm deaf, I can't hear a thing, I feel so stiff with anger, my fingers violently typing bullshit. I had to erase the previous drafts so many times, none of them came close to saying how I feel. None of them will, nor this. I can hear less and less, I don't know what's happening. I feel as I'm as drunk as I ever was, though I haven't been drinking. I don't know where this came from, I just know that this is as far as I get. I think I've reached my limit. I couldn't take any more pain than this. I want to rip my body to shreds, I want to dive into the freezing cold sea and hold my breath until I swallow water, until I'm this close to dying, only to come back to the surface and thank the world I'm still alive. I don't want to die. I do, I want to die, but I don't think I do. I want it to be ok. I want somebody, anybody to hold me and tell me I'll be ok, just as long as I keep living, just as long as I keep breathing and finally something, anything, somebody, you? will take my breath away, in the good way. I just hope that happens soon because my heart in my chest is about to explode. I can feel it, so tight; but I can't feel it pumping. I wish, wherever you are, that you are not going through this. I've wished you wrong in the past, I have, but I would never wish this. I hope life's getting better for you, I do, I so do. But I think I prefer to keep hoping and not knowing for sure, maybe at this time looking at you smile would tear me apart, hell, I know for a fact that seeing you would kill me. I just wanted you to know, that you're still in my birthday wishes.
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sábado, 15 de mayo de 2010
Ah, pero no durará.
Resignada a la calma expectante
al no hacer y a la espera
a la impulsividad reprimida
a la contención, a la incercia
a estas ataduras esclavas de la paciencia
cuando todo lo que quiero es gritar y largarme al abismo
no quiero esta paz queda
quiero consumirme en mi propio fuego
y arder hasta alcanzar mi condena
al no hacer y a la espera
a la impulsividad reprimida
a la contención, a la incercia
a estas ataduras esclavas de la paciencia
cuando todo lo que quiero es gritar y largarme al abismo
no quiero esta paz queda
quiero consumirme en mi propio fuego
y arder hasta alcanzar mi condena
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miércoles, 12 de mayo de 2010
Rope.
Para quienes miraban sin ver, ella era una chica como cualquier otra, mas aquellos que se atrevían a concentrar en ella su apreciativa mirada, descubrían la sedosa cuerda que envolvía su cuello. De cualquier forma, esta era bastante llamativa; se enroscaba seductora por su desprotegida garganta y presionaba con fuerza, dificultando su respiración, que se hacía dolorosa y pesada. No había forma de desatarla, tanto ella como los preocupados observadores lo habían intentado de mil formas distintas -parecía resistirse tanto a los más agudos filos como a la destreza de un par de manos de marineros. No lo comprendían, pues era tan suave y delicada al tacto que esperaban que se deslizara obedeciendo a sus expertas manos, pero esta mantenía su enérgico y testarudo lazo firmemente atado.
Cuando finalmente hubo admitido que deshacerse de ella era imposible, decidió entonces hacer lo posible por ignorarla. Resultaba más fácil cuando estaba acompañada y divertida, particularmente si la rodeaban esos seres de atención superflua, quienes al no ver la omnipresente soga, reforzaban su intención de que sea ignorada. Pero cuando estaba sola, esta parecía oprimirle no solo la indefensa garganta, sino su cuerpo entero. Por momentos, la soga se tensionaba y estiraba, intentado atraerla a un destino desconocido. Pues este es otro detalle, no sin importancia, de la bonita cuerda: aparentaba no tener fin... O bien, este no se alcanzaba a ver.
Jamás se atrevió a seguirla hasta el fin, pues sospechaba que esto no traería nada positivo, pero la pertinaz cuerda jalaba sin parar, irrefrenable. Cuanto más se esforzaba ella por ignorarla, más presión ejercía sobre la pobre chica, que luchaba por mantenerse erguida. La situación era insostenible.
Tan intolerable, incluso, que un día terminó por decidirse a seguirla y contestar al incesante llamado. Esta decisión la llenó de alivio y aprensión, no sabía por qué, al mismo tiempo. A medida que avanzaba, ambos sentimientos crecían, contradictorios pero justos, llenándola de ansiedad. Los últimos pasos los dio rebosando de desesperación, sus sentidos se habían agudizado al máximo y parecía rayar en la embriaguez.
Finalmente se detuvo. Había llegado a su fin. La cuerda ya no tiraba, más bien parecía endeble e insignificante. Había perdido todo su encanto y yacía ahora opaca, sombría. La chica la contempló llena de temor, y poco a poco, la siguió con sus tristes ojos, serpenteando por el piso, ahora ascendiendo, enredándose por entre lo que encontraba, por momentos otra vez recuperando su vigor, aferrándose con fuerza, siempre ascendiendo, y luego, finalmente, colgando, y al extremo, un nudo, exactamente el mismo que ella tenía rodeándole el cuello.
Cuando finalmente hubo admitido que deshacerse de ella era imposible, decidió entonces hacer lo posible por ignorarla. Resultaba más fácil cuando estaba acompañada y divertida, particularmente si la rodeaban esos seres de atención superflua, quienes al no ver la omnipresente soga, reforzaban su intención de que sea ignorada. Pero cuando estaba sola, esta parecía oprimirle no solo la indefensa garganta, sino su cuerpo entero. Por momentos, la soga se tensionaba y estiraba, intentado atraerla a un destino desconocido. Pues este es otro detalle, no sin importancia, de la bonita cuerda: aparentaba no tener fin... O bien, este no se alcanzaba a ver.
Jamás se atrevió a seguirla hasta el fin, pues sospechaba que esto no traería nada positivo, pero la pertinaz cuerda jalaba sin parar, irrefrenable. Cuanto más se esforzaba ella por ignorarla, más presión ejercía sobre la pobre chica, que luchaba por mantenerse erguida. La situación era insostenible.
Tan intolerable, incluso, que un día terminó por decidirse a seguirla y contestar al incesante llamado. Esta decisión la llenó de alivio y aprensión, no sabía por qué, al mismo tiempo. A medida que avanzaba, ambos sentimientos crecían, contradictorios pero justos, llenándola de ansiedad. Los últimos pasos los dio rebosando de desesperación, sus sentidos se habían agudizado al máximo y parecía rayar en la embriaguez.
Finalmente se detuvo. Había llegado a su fin. La cuerda ya no tiraba, más bien parecía endeble e insignificante. Había perdido todo su encanto y yacía ahora opaca, sombría. La chica la contempló llena de temor, y poco a poco, la siguió con sus tristes ojos, serpenteando por el piso, ahora ascendiendo, enredándose por entre lo que encontraba, por momentos otra vez recuperando su vigor, aferrándose con fuerza, siempre ascendiendo, y luego, finalmente, colgando, y al extremo, un nudo, exactamente el mismo que ella tenía rodeándole el cuello.
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Feeling del momento,
Visión empañada
lunes, 10 de mayo de 2010
Trust.
Yo confío en ti porque prefiero la dulce satisfacción de la respuesta esperada a la comprobación del amargo veredicto, porque prefiero arriesgarme a la cruel desilusión que resignarme a la nefasta realidad imperante, porque así lo quiero, porque así lo decido, porque en todo mi egoísmo, así lo necesito.
Foto de acá.
jueves, 6 de mayo de 2010
Pensándote.
pienso en ti y luego pienso que pienso en ti y decido dejar de pensarlo pero entonces solo pienso en que estoy pensando en no pensarte y pensar en no pensarte hace que te piense cada vez más aunque sepa que está mal aunque sepa que pensarte es recordarte que recordarte es revivirte revivirte en mí en mí que ya no estás en algo que ya no existe y debe permanecer donde está donde está para ellos que no piensan lo que pienso que no piensan en pensarte y en recrearte porque si no te pienso ya no existirás más y si ya no existes ya no te recuerdo pero igual te pienso como te pensé antes de ti como te pensaré siempre pues quién soy yo si no te pienso quién soy yo si tú no existes si tú no existes aunque sea en mí
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stream of consciousness,
Visión empañada
jueves, 29 de abril de 2010
Untitled.
Two rivers ran. Their courses began far apart from each other, yet they never ran parallel. Unavoidable fate, it once happened that they came across each other, yet they couldn't bring themselves to part for a while, and thus together they ran for a time, their rapturous waters merging together, their path but one which they shared. At last it came, though, the time they departed. Their courses ran separately again, but there was no telling how much of each other's water they carried with themselves.
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