Entre los cuerpos que se amontonaban como bestias,
cantándole himnos al sol,
encontrábanse dos lunas,
que me miraban omnipresentes.
No paraban ante nada,
ni ante nadie se cohibían,
buscaban quizás una traba,
pero fascinada, les rehuía.
Las había visto fugaz pues al alba encandilaban,
pero pronto me atreví más
y cediendo a su hechizo,
capturar su luz, fue mi mandato.
Pronto el reloj sentenció el ocaso,
y las bestias ya cansadas preparáronse para ir,
entre ellas me encontraba;
encadenada al encantamiento
de las poderosas lunas
que desaparecían sin se despedir.
Muchas visiones empañadas por este Montevideo.
ResponderBorrarPaso a abrazar a tu TÚ actual, y a tu TÚ pasada que te hizo acordar mi entrada (:
Más abrazos.
Hermoso
ResponderBorrarDivino está...
ResponderBorrarKudos...
no voy a descier que el poema esta lindo xq ya me ganaron de mano por eso no digo nada ajajjaaj
ResponderBorrarMuchas gracias, de veras. Especialmente por el abrazo, me viene bárbaro. :)
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