miércoles, 7 de diciembre de 2011

Ablución de palabras lejanas.

lamento, querida,
si tus palabras,
no derrumban muros,
como cuando tu llegada,
arrasó con la ciudad entera,
pero duelen mucho,
viniendo de ti,
que reinas en ella;
así es que no te apenes,
si otras llegan
y logran abatirlos,
pues estas solo están,
para paliar tu arribada;
pues es por ti
y no por ellas
por quien arderán los escombros,
pues es por ti
y no por ellas
por quien sucumbirán a ruinas:
y así hasta que las cenizas estanquen
y me alce magnífica
y me alce triunfadora,
y me alce merecedora.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Extirparlos como a un cáncer.

desgarrando mi interior
como si yaciera lánguida en boca de depredador
y cómo este, todo natural y primitivo;
los cálculos de la razón no entran en la ecuación,
no participan de esta danza salvaje de destrucción
ja, y me salen rimas de la desesperación,
¿acaso haya algo más desconsolador?
y la ira que no es ira
que es miedo, miedo cobarde y patético,
pero no temor de perder lo que nunca tuve,
la pérdida de la falsa posesión ni siquiera el peor desconsuelo
la pérdida frente a la otra fiera,
el otro animal que acechaba la presa,
la pérdida frente al más fuerte,
al más ágil,
al más inteligente,
pero tampoco es esto,
la pérdida ante la mejor jugada,
....
 la pérdida ante nadie más que yo,
que jamás seré suficiente
el aceptar que soy deficiente
como cazadora y cazada


(Y esto se me antoja leerlo con un leve tonito de Calle 13, ¿por qué no?)

viernes, 2 de diciembre de 2011

Sed de tragedia.

Ella solo miraba películas tristísimas. Solo se interesaba por las historias trágicas, los personajes que caían, inevitablemente, en la peor de las desgracias y en la más profunda miseria. No había opción para ellos; nunca. Que se presentase una alternativa a esa plétora de calamidades era impensable, de locos. Sería... demasiado serio, demasiado real. Demasiado..., como le habría dicho una vez aquel señor alto como un poste de luz, e iluminado como pocos: "adulto". Demasiado adulto. Tener una opción. Poder elegir entre dos desgracias igualmente deprimentes. Perder sin importar qué se elija. ¿Qué era eso? ¿Cuál era la gracia de elegir, si no había posibilidad de escapar del torrente de consecuencias nefastas que venían con la decisión?

Ah, sí. Entonces ella prefería ver a estos personajes patéticos que terminaban, invariablemente, sumidos en desdicha, como forzados por el destino. Como si al nacer, junto al nombre y el agujerillo de caravanas para las nenas, se les asignara también un destino aciago. Los acompañaba por un momento, completamente hipnotizada, y se conmovía enormemente. Lloraba, también. Lloraba amargamente, con una empatía que nunca había podido invocar para sus seres conocidos; no, estos siempre la dejaban fría, fría y ensopada por una lluvia de culpa que acudía siempre que veía que se desvíaba de la norma.

Ella solo miraba películas tristísimas. Y lloraba. Lloraba, más que nada, porque siempre lloraba. Y siempre lloraba por una simple razón: no había nada en su vida, ni lo habría nunca, algo tan triste como lo que veía en la pantalla de su tv, día tras día.

martes, 22 de noviembre de 2011

Parque de atracciones.

Hubo un día, tiempo atrás, en que mi presente era utopía. Un día en que imaginarte era lo más parecido que podía lograr a tenerte. Un día en que soñar era mejor que estar despierta. No recuerdo casi esos días, pero sé que los hubo.Y sin embargo, cada uno de esos oscuros días se me antoja en retrospectiva, hermoso en sí mismo, cada uno dotado de una incuestionable magia. Cada uno parte de una historia que debía ser contada, cada uno una de estas palabras, cada semana una oración en la más calculada prosa, cada mes un párrafo que encerraba mi yo en espacios temporales que se llenaban con significantes vacuos, desprovistos de literatura, como las instrucciones de un electrodoméstico que ni siquiera llegan a dejar la caja.

Sí, cada uno tan prolijo y ordenado como el párrafo que antecede.

Hasta ti.

Eras tú, la que llegabas y todo lo habías cambiado.

ahora podía ver
-sin cerrar siquiera mis dos esferas hipnotizadas-
tus piecitos danzantes
escapándose por entre las sábanas
tu hilera de chiclets mentolados
asomándose por entre los
trampolines escarlatas de tus labios

ahora podía no solo ver,
podía regocijarme
en tu parque de atracciones
(adiós Disney, otra vez será)
y deslizarme por la suave curva de tu rostro

Tú, tú, tú,
tú habías llegado
a gobernar sobre el orden,
a conquistar un descampado,
tú habías llegado
y contigo el magnifico caos
de los cuerpos que bailan al ritmo de la poesía.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi constante.

En la furia irrevocable,
de mis estados alterados,
-absolutamente impermeable-
hay solo una cosa
que me trae de vuelta:
tu inagotable ternura.
Tú,
mi constante.

martes, 11 de octubre de 2011

Tic tac no more.

Ese tic tac del reloj,
endeble cuerpo del tiempo,
afanándose por existir
y nuestra vida catalogar.
Ese tic tac del reloj,
que se mata por interesar:
ella llegó y remplazó,
Ese tic tac del reloj,
que ella destronó...
Ella, solo ella,
extinguió, ese pesar de las horas
acumulándose sin finalidad;
ahora no se cuentan minutos,
se cuentan solo los nuestros.

y los solos.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

CC al mundo.

¿Cómo podía atreverse
a concederle
siquiera un segundo
a quien no fuera yo?
A dejarla entrar.
A que sea necesaria.
A que sea extrañada.
¿Cómo?
¿Cómo
cuando yo
había pretendido expulsarla?
¿Cómo,
cuando debería bastar conmigo?
No...
Así no.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Te brillaré; un día, te brillaré.

Nunca;
esferas tan brillantes.
Jamás;
aquel resplandor.
Los suyos,
nunca juzgaban
pero dolía mirarlos
como al sol,
...ver en ellos reflejada,
mi diminuta figura en llamas,
insignificante,
enmarcada en fina avellana.
Añoraba aquel día
que aquel divino portaretratos
encerrara en su reducido centro
mi imagen, sí,
pero digna, de una vez,
y,
finalmente,
inmutable.

sábado, 20 de agosto de 2011

De como la soledad revelaba verdades absolutas decisivamente extravagantes.

¿Quién, si no tú, entonces?

Vivía la distancia como una especie de amputación. Observaba su cuerpo torpe e inútil; un cuerpo que ya no sabía cómo comportarse cuando no se veía envuelto en su danza primaria, aquella que nacía de las profundidades de los cuerpos confundidos, aquella cuyo objetivo último era el amalgama de esas masas de extremidades que se apretaban casi hasta la asfixia. La asustaban un poco esos contornos borrosos, la indefinición de las líneas, las que, indudablemente, les daban dos nombres; nombres que no compartían. Sí, definitivamente la distancia la ponía en un humor reflexivo; su cabeza parecía disfrutar este bienvenido co-protagonismo, y se entretenía con cuestiones serias e importantes, como si condujeran a algo, como si no fuera cierto que se esfumarían en volutas de humo perfumado tan pronto hundiera su rostro en aquel exquisito pecho de porcelana. Pero aún así tramaba planes y esquemas, y se deshacía en interrogantes existencialistas, amparando los vestigios de una identidad desnutrida, como le gustaba llamarla entre risas, para despertar el interés del encandilado maniquí que yacía lánguido y desesperanzado. En esto, la voz de la razón se anunciaba desde el centro, evocando un antiguo mito: el suyo era un cuerpo dividido, cuyas partes se anhelaban, cohabitado por dos esencias únicas que se amaban. Ahora sí, no había nada que agregar.

Terminadas estas palabras, sonrisa traviesa en cara, (des)cuento las horas para tu regreso.

lunes, 8 de agosto de 2011

Por ahora una ficción.

Me asusta:
tu ausencia;
de minutos,
pocas horas,
en que la norma,
nos divide;
me asusta,
por lo intenso
de la angustia;
me asusta:
por pensar,
que si la ausencia fuese eterna,
(ya) no habría salvación.

martes, 19 de julio de 2011

Faltaban ellas, o no faltaba nada.

ya está,
faltaban solo las palabras,
que la vestirían de seriedad,
pero ya estaba;
cada recoveco turbado
había sido sosegado:
sus manos como una hoguera,
sus llamas de terciopelo;
su cuerpo otrora un páramo
había sido colmado,
saciado en una ablución
de caricias cristalinas;
no era paz anodina que
la durmiera en complacencia,
era amalgama de adrenalinas
que colisionaban en singular melodía;
restaban solo las palabras,
que apenas se contenían,
faltaban solo las palabras
que le dieran un nombre:

aseguraran su permanencia.

sábado, 9 de julio de 2011

Primeras veces.

Marcar este día,
que es un primero,
escribir con ojos empañados.
Marcar este día,
que es el primero,
que por tu ausencia he llorado.

martes, 5 de julio de 2011

Warning: palabras escritas bajo los efectos de la droga (puede que me refiera a la felicidad.)

Amanecía en una burbuja de calor, desconcertada por la tranquilidad de su estómago. Los terremotos de ansiedad habían dado paso a esa otra sensación que algunos asocian con aquellos insectos voladores que se posan en las flores. Flores, perfume, shampoo. Aspiraba hondo. Sonreía, sonreía sin parar. Y los ríos de agua salada danzaban en sus mejillas rosadas. Y se daba vuelta. Y la deslumbraba. Toda ella, sí. Pero la hilera de cubitos nevados en especial. Como mini cubitos de hielo. Pero estos irradiaban calor. Sonrojaban sus mejillas, otra vez. Y aparecía en ella también, su tímida sonrisa en el rostro iluminado, incapaz de resistirse a su entusiasta compañera. Pensaba que mientras pudiera lograr invocarla, a ella, tan cándida, tan magnífica, todo estaría bien. Quería grabarla en su mente a fuego, para siempre, y así poder contemplarla cuando los días grises amenazaran su euforia. Pero más que nada, quería protegerla. Quería hallar la manera de que persistiera en el tiempo. Una fotografía no bastaba. Así es que se había auto-designado la sublime tarea de hacer que aquel maravilloso rostro llevase siempre puesta su divina sonrisa, y que no faltase nunca, como los cubitos de hielo en la heladera.

jueves, 23 de junio de 2011

De por qué Disney me entendía más que nadie...

"No había nada que temer", se dijo para sí. Como siempre, exageraba. ¿Cuándo había sido la realidad suficiente para contentar sus caprichos de niña criada por películas de Disney? (A quien, vale aclarar, había querido odiar pero nunca pudo.) Sin duda estaba ignorando algo. Sin duda se estaba permitiendo pasar algo por alto, ¿pero qué?

Estos pensamientos la atacaban en las horas de soledad, cuando los superlativos parecían absurdos e imposibles. Entonces lograba racionalizar la situación, quizás asemejando su pensamiento al criterio de la mayoría de las personas que la rodeaban. Pero en el fondo no la convencían. Había algo en esa quimera que resonaba con su instinto más primitivo. Como muchas otras veces, encontraba que la paradoja que es el ser humano era una creación defectuosa. ¿Por qué, si no para torturarlo, se le entregaba a un animal una herramienta intelectual como la razón? La polarización de estas características era directamente proporcional a la probabilidad de implosión que poseía cada uno de estos a veces desdichados seres.

Pero como mencioné anteriormente, estas reflexiones la asaltaban cuando sus sentidos no estaban siendo arrasados por los torrentes de estímulos que su anhelo explicitado le brindaba. Bastaba enterrar el rostro en esa maraña de cabello otoñal-primaveral para que su mente entrara en un estado de ensoñación parecido al éxtasis. Esos cabellos largos, de princesa. "Quizás Disney no estaba tan equivocado": y se le dibujaba una sonrisa que ya no la dejaría en todo el día.

martes, 14 de junio de 2011

Palabras sencillas para cosas complicadas.

Yo quiero tus besos, sí,
los besos justos,
labios que se abren,
y no dividen, por mí
besos merecidos,
color carmín,
besos que tiñan mi cara de escarlata,
de boca dulce y suave,
besos curiosos,
a
v
e
n
t
u
r
e
r
o
s
para desparramarlos a tu antojo por mi cuerpo,
pero besos míos,
y así como tus besos,
tú también,



mía.

domingo, 5 de junio de 2011

Significante sin significado.

no te confundas cuando me veas,
no me creas mujer entera,
la piel aún se tensa donde debe por costumbre,
dentro es un caos de órganos y vísceras,
revuelto de tantas sacudidas,
no te confundas cuando me veas,
no te dejes llevar por mi nombre,
que aún se compone de las mismas letras,
es significante puro,
nomenclatura de ausencia,
como cero es cero,
como nada es nada,
yo, así igual, por analogía,
así es que no te confundas cuando me veas,
cuando me veas..., falacia: allí no verás nada

miércoles, 1 de junio de 2011

De por qué la yo de ahora le teme a la del futuro.

Había olvidado lo que se sentía pensar en el futuro y poder imaginar un panorama que no me dejase indiferente. Bah, había olvidado lo que significaba pensar en el futuro, y punto.  Debo admitir que no recuerdo si las manos me temblaban desde antes de tomarme esa taza gigantesca de café bien negro (mi pequeña revolución en la cotidianidad: un "shock" entre mis compañeros de trabajo), o si fue el exceso de cafeína lo que provocó el ciclo de descargas eléctricas que desembocaban por las puntas de mis dedos. No sé. Sí sé que por las noches media hora de sueño sirve para engañarme por unos instantes: la luz del tiempo que quema mis ojos no miente. Varias veces debo entregarme al calor de la cama, abrazando la almohada, porque el aire es frío, helado, y desvanecerme entre historias protagonizadas por pocos personajes y demasiadas caras. Tampoco me sorprende que los dedos deslizándose por estas teclas vistan harapos corroídos por la ansiedad. ¿Y llaman a esto mirar al futuro? ¿Consumir toda mi energía a mitad de jornada para luego debatir como soldado alerta en turno de guardia? ¿Y qué sentido tiene? Ella que observo desfilar en una plétora de imágenes exprimidas de todo encanto, como epílogo apurado, no soy yo. Una Potencial, como las hay tantas otras, como las hay infinitas. Allí, un segundo más allá, soy absoluta, inconmensurable; perfecta. Aquí soy una. Soy débil y soy limitada. Entonces, dime, ¿qué objeto tiene mirar más allá, cuando el más allá traerá, irrevocablemente, la decepción?

martes, 24 de mayo de 2011

El lado positivo de un fin del mundo.

Fin del mundo,
Fin libertador,
quítame este velo enceguecedor,
déjame entregarme, una vez más,
a esa hermosa fantasía hasta el fin de nuestros días,
elimina esta maldita dieta de abstenciones,
¡aplaca los deseos que arden enérgicos en mi corazón!,
y evítame, por fin, el amargo sinsabor de la llegada de un nuevo día,
pues es solo ante ti, oh Fin liberador,
que me atrevo a despojarme, finalmente, de las ataduras de la mentira.

martes, 10 de mayo de 2011

De por qué ya no saludo al sol.

Siempre me pareció que arrugo demasiado los ojos cuando me da el sol en la cara. Qué extraño, como algo tan bello y brillante, pueda provocar un gesto tan desagradable en mí. Quizás sea todo eso de los excesos. Aquello de que nada es bueno en demasía. ¿Bueno? ¿Quién dijo que tenía que ser bueno? Dios, si hiciéramos las cosas por lo buenas que son para nosotros mismos, la vida dejaría de serlo. Qué divertido. De cualquier forma, es evidente que a alguien se le pasó por alto el encanto que tiene la desmesura. Pero a no precipitarse, que nadie está hablando del descontrol total. No, a eso no me atrevo. Quizás de eso no se vuelve, ¿quién sabe? Hablo de la pérdida momentánea de la identidad. Hablo de esos momentos en que el deseo funciona, simultáneamente, como la chispa y el fuego, como la gasolina y el acelerador, ambas imágenes inflamables, lo admito, tal vez afectadas por lo recurrente del sol en mis sueños. Y cierto es, también, que tienden a consumirlo a uno tan vehementemente como al leño las llamas. Y pareciera, además, que el humo impidiese ver más allá, y que ya no quedase nada más que el ardor inclemente del fuego, la cotidianidad esfumándose, el tiempo derritiéndose hasta formar una gran masa de horas y minutos, cuya única función pareciera ser cronometrar la duración del delirio. Y luego viene la nada. La dulce calma luego de la tormenta. El cuerpo endeble y el alma desnutrida luchando sin armas contra la vacuidad. El respirar desesperanza, la misma existencia un castigo. L'ennui. Por eso no me engañas, pequeña estrella. Podría ahogarme en tus campos de lava, dejarme sosegar por tu lumbre fogosa, podría, ay, porque eres bella de verdad, pero yo sé que arderemos juntas hasta que la hoguera se haya acabado y ya no quede nada. Tú serías un montón de rocas, y yo, una sombra. Así es que si volvemos a encontrarnos, no te ofendas si elijo rehuirle a tus caricias: el atractivo siempre es mayor a la distancia.

lunes, 2 de mayo de 2011

Repeat until fade out.

Guárdate las lágrimas para un día de lluvia; esta noche de nada sirven. El sol salió por un momento, a pesar de tus reclamos. Poco sospechabas cuando te despertaste sobresaltada que tus sueños acabarían en esos minutos de la mañana, y que no se prolongarían en las horas de vigilia. No, los enterraste firme bajo cientos de capas de falsas preocupaciones y resumiste la rutina con una obstinación rayando en la terquedad. Fue tan magistral tu interpretación que hasta lograste obtener sonrisas y festejos de tus a veces desencantados espectadores. Es cierto que la intermisión del mediodía logró opacar tus triunfos por un momento, minutos en que lanzabas garrotazos enloquecidos a aquellas imágenes que quedarían grabadas en tu retina para siempre. Sí, y por un momento incluso, llegaste a invocarlas, fieles compañeras en los instantes de desasosiego. Pero la lluvia nunca llegó. Las nubes parecieron contenerse, tragándose las pequeñas gotitas que, resignadas, causaron estragos dentro suyo, donde nadie las podía ver. Así, tú, terminaste el día a duras penas. Así, lindando con los límites de la desesperación.

Y aún ahora, bajo el manto protector de la noche, te rehúsas a enfrentarlas. Temes hurgar dentro tuyo y revivirlas una vez más, despertar a los demonios que parecían invernar. Y a pesar de todo, te llaman. Tú eres su hogar. Te habitan y jamás lograrás deshacerte de ellas. Te subyugan, te hechizan. Fotogramas que se suceden en infernal procesión. Una proyección que arranca, cuadro a cuadro, los últimos vestigios de tu cordura.

lunes, 25 de abril de 2011

Muñeca de lata.

mírala,
de sonrisa despreocupada
y ademanes contradictorios,
de fachada indolente
y piel de lata;
rígidas pestañas de puntas afiladas, 
custodian sus ojos de plástico resplandecientes,
lágrimas de vidrio surcan sus mejillas,
hasta resquebrajarse contra el pavimento indolente;
tiembla el pecho abollado
con el palpitar de su corazón escarlata,
lúgubre mana sangre oxidada
por los canales yertos de sus venas abandonadas,

¡cómo espera su músculo agarrotado,
el beso del antídoto señalado
que hincará sus pálidos colmillos
en el ébano de sus labios,
hasta que de ellos brote
cual fuente desbordante,
savia color carmín
cálida y abundante!

miércoles, 20 de abril de 2011

Cronos.

¿Por qué será que cada vez que siento algo gotear, siempre lo hace al ritmo de los latidos de mi corazón? Siento una gota gruesa chocar contra un cartón olvidado en la terraza. Marca los segundos con más precisión que el reloj que abandoné en la cómoda al lado de mi cama. Murió, por tercera vez. La tercera es la vencida, supongo. Esta vez no voy a intentar revivirlo. Algunas cosas deberían permanecer muertas. Será que me llama la atención solo cuando se sincroniza conmigo, solo cuando extiende su lazo húmedo y fresco hacia mis arterias hirviendo. Ah, se hizo más lento. No me queda mucho tiempo. Un día próximo a la fecha tendrá como objeto recordármelo. ¿Y qué queda si no la carcasa? Como el gris metálico arañado en mi mesa, mi piel lacerada adquirirá un tono plomizo a su vez. Todo quien me haya tocado alguna vez, de tez lustrosa y vital, apoyará sus manos en mi frío polar. En mi muerte. No es necesaria tu presencia, Parca. Alguien ya te arrebató este vigor incandescente. Pero espera un momento, todavía no ha acabado. Después de todo si el tiempo pudo retractarse, también yo.

lunes, 11 de abril de 2011

Vulgar.

Esa vez no se despertó agitada, como era de costumbre. Se incorporó en la cama y murmuró para sí: ¡qué mediocre!, mientras una sensación de amargura se instalaba en su boca, para ya no dejarla en todo el día. No había tenido pesadillas esta vez. Esa lucha que usualmente delegaba a la noche parecía haberse resuelto en algún momento del día anterior. La extrañó esa nueva sensación, la de no tener que reponerse de la angustia semi-ficticia, y sin lugar a dudas, auto impuesta por algún rincón perturbado de su mente. Esta vez no tuvo que practicar la sonrisa en el espejo; se examinó extrañada y entendió que su cabello algo desaliñado no tendría arreglo esa mañana. Se resignó.

Qué mediocre. ¿Qué la había impulsado a decir algo así? Se esforzó por recordar si había alguien más en el sueño, alguien a quién decírselo, algo a qué atribuírselo, pero nada. Qué mediocre. ¿Sería ella? Ya estaba lejos del espejo, ¿cómo comprobarlo? Intentó mirarse en el reflejo del vidrio del ómnibus. Siempre le había gustado cómo se veía ahí. Su imagen opacada por las cortinas que ocultaban al conductor..., parecía difícil encontrarse defectos entre tanta oscuridad. No, salvo mi pelo, estoy bien.

Mediocre. ¿Lo estaba, estaba bien? Demasiado tarde para volverse a mirar allí. No había tiempo para más reflejos. Reflejos, verse por los ojos otros. Los otros ojos, aquellos que elegía con cuidado para que le devolvieran lo que quería ver. Eras tú, tonta. Era esto. Mediocre tú y esto y todo. Común, regular, gris, anodino. Gris, ¡intenta escaparte de la gama del infierno! No es posible. Mediocre no es tu sueño, eres tú, son tus ojos, por eso buscas los otros. Mírate al espejo una vez más: sonríe, mediocre.

domingo, 10 de abril de 2011

Complejo de inferioridad.

alcanzar, sí
pero siempre de puntitas de pie
estirando los brazos,
mientras la piel del vientre
se estira hasta doler

apoyarse,
temblando como ballerina novicia,
en los deditos abatidos
por el peso del querer

agitar las falanges
en baile ritual
hasta tocarte
de una vez,
tocarte,
pero no sin pesar
nunca sin pesar

jueves, 7 de abril de 2011

Shape of language.

It's just that TIME meant SO MUCH MORE with you.

Every second

                    was
f

i

l

l

e

d
            with the promise of a day.

miércoles, 6 de abril de 2011

La cucaracha, la cucaracha...

Hay una cucaracha en mi cuarto. Parece ridículo el efecto que ha logrado en mí desde su aparición, pero lo cierto es que mi repugnante compañera ni siquiera necesita mostrarse para lograr trastornarme. Siento su presencia aquí dentro, contaminando los rincones oscuros de la habitación. Mi cuerpo se contrae en ademanes de rechazo, combatiendo el miedo irracional que poco a poco logra apoderarse de mis sentidos, manipulándolos a su capricho. Está aquí, aunque no la vea. Corroe lo que es puro, lo que es bueno. Busca refugio cuando tengo los brazos levantados, los puños apretados; cuando mi grito desafiante perfora la habitación sobreponiéndose al miedo. Y luego, cuando pienso que la batalla ya está ganada y bajo la guardia con cierta satisfacción (aunque nunca arrullada por el suave ronroneo del sosiego), la pequeña bastarda logra escabullirse desde las profundidades hasta apoderarse de mí una vez más, hasta doblegar mi voluntad. Y sé que no descansará hasta tenerme. No descansará hasta que mis miembros expuestos la inviten a trepar hasta mi pecho y anidar ahí de una vez por todas.

Bueno, pues, será que alguien mejor le avise que tengo Raid y sé cómo usarlo.

(Hubo otros, quizás más serios textos inspirados por mi ilustre compañera, pero serán temas mejor ilustrados en vehículos más nobles. Muchos recuerdos, muchas imágenes, ¿quién lo diría, eh?)

martes, 5 de abril de 2011

Como casa encantada

soy.
espíritu inquieto
entre paredes mohosas
abandonado en desuso
como casa encantada

de cuerpo vacío y traslúcido
vagando sin dirección,
ni alivio,
ni olvido

los furiosos portazos
(que parecen del viento)
sin salida,
sin salida.

lunes, 28 de marzo de 2011

Prólogo.

¿Qué son estas tinieblas que parecen nacer de mis entrañas?

Cada día una batalla. Cada día la oscuridad vibra en mi pecho buscando deshacer los frágiles cartílagos que a duras penas logran retenerla.

Los puños cerrados, las uñas encarnadas.

No hay descanso para el que sueña. Las pesadillas se encargan de recordárselo. No ya un alma pura deslizándose por la noche a ciegas, a merced del azar que tomó como tutela.

Ahora era el dolor de la decisión. Los caminos claramente demarcados que llevaban a destinos un tanto inciertos. El miedo a la decepción, el miedo a abandonar de una vez aquellos conceptos hacia tanto aprendidos, aquellos estandartes que alguna vez había blandido con convicción. Tocaba sumergirse en los mares de realidad y aprender a nadar; ahogarse nunca fue una opción.

Sí, supongo que los demonios no solo existían en la ciencia ficción. Estaban allí; permanecían escondidos desgarrándolo todo por dentro, puesto que si bien los hachazos del desengaño se habían hundido certeros en mis fantasías de juventud, no habían logrado aún liberar a las bestias de la desesperanza.

domingo, 27 de marzo de 2011

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Renacen
como el dolor
las palabras.