lunes, 25 de abril de 2011

Muñeca de lata.

mírala,
de sonrisa despreocupada
y ademanes contradictorios,
de fachada indolente
y piel de lata;
rígidas pestañas de puntas afiladas, 
custodian sus ojos de plástico resplandecientes,
lágrimas de vidrio surcan sus mejillas,
hasta resquebrajarse contra el pavimento indolente;
tiembla el pecho abollado
con el palpitar de su corazón escarlata,
lúgubre mana sangre oxidada
por los canales yertos de sus venas abandonadas,

¡cómo espera su músculo agarrotado,
el beso del antídoto señalado
que hincará sus pálidos colmillos
en el ébano de sus labios,
hasta que de ellos brote
cual fuente desbordante,
savia color carmín
cálida y abundante!

miércoles, 20 de abril de 2011

Cronos.

¿Por qué será que cada vez que siento algo gotear, siempre lo hace al ritmo de los latidos de mi corazón? Siento una gota gruesa chocar contra un cartón olvidado en la terraza. Marca los segundos con más precisión que el reloj que abandoné en la cómoda al lado de mi cama. Murió, por tercera vez. La tercera es la vencida, supongo. Esta vez no voy a intentar revivirlo. Algunas cosas deberían permanecer muertas. Será que me llama la atención solo cuando se sincroniza conmigo, solo cuando extiende su lazo húmedo y fresco hacia mis arterias hirviendo. Ah, se hizo más lento. No me queda mucho tiempo. Un día próximo a la fecha tendrá como objeto recordármelo. ¿Y qué queda si no la carcasa? Como el gris metálico arañado en mi mesa, mi piel lacerada adquirirá un tono plomizo a su vez. Todo quien me haya tocado alguna vez, de tez lustrosa y vital, apoyará sus manos en mi frío polar. En mi muerte. No es necesaria tu presencia, Parca. Alguien ya te arrebató este vigor incandescente. Pero espera un momento, todavía no ha acabado. Después de todo si el tiempo pudo retractarse, también yo.

lunes, 11 de abril de 2011

Vulgar.

Esa vez no se despertó agitada, como era de costumbre. Se incorporó en la cama y murmuró para sí: ¡qué mediocre!, mientras una sensación de amargura se instalaba en su boca, para ya no dejarla en todo el día. No había tenido pesadillas esta vez. Esa lucha que usualmente delegaba a la noche parecía haberse resuelto en algún momento del día anterior. La extrañó esa nueva sensación, la de no tener que reponerse de la angustia semi-ficticia, y sin lugar a dudas, auto impuesta por algún rincón perturbado de su mente. Esta vez no tuvo que practicar la sonrisa en el espejo; se examinó extrañada y entendió que su cabello algo desaliñado no tendría arreglo esa mañana. Se resignó.

Qué mediocre. ¿Qué la había impulsado a decir algo así? Se esforzó por recordar si había alguien más en el sueño, alguien a quién decírselo, algo a qué atribuírselo, pero nada. Qué mediocre. ¿Sería ella? Ya estaba lejos del espejo, ¿cómo comprobarlo? Intentó mirarse en el reflejo del vidrio del ómnibus. Siempre le había gustado cómo se veía ahí. Su imagen opacada por las cortinas que ocultaban al conductor..., parecía difícil encontrarse defectos entre tanta oscuridad. No, salvo mi pelo, estoy bien.

Mediocre. ¿Lo estaba, estaba bien? Demasiado tarde para volverse a mirar allí. No había tiempo para más reflejos. Reflejos, verse por los ojos otros. Los otros ojos, aquellos que elegía con cuidado para que le devolvieran lo que quería ver. Eras tú, tonta. Era esto. Mediocre tú y esto y todo. Común, regular, gris, anodino. Gris, ¡intenta escaparte de la gama del infierno! No es posible. Mediocre no es tu sueño, eres tú, son tus ojos, por eso buscas los otros. Mírate al espejo una vez más: sonríe, mediocre.

domingo, 10 de abril de 2011

Complejo de inferioridad.

alcanzar, sí
pero siempre de puntitas de pie
estirando los brazos,
mientras la piel del vientre
se estira hasta doler

apoyarse,
temblando como ballerina novicia,
en los deditos abatidos
por el peso del querer

agitar las falanges
en baile ritual
hasta tocarte
de una vez,
tocarte,
pero no sin pesar
nunca sin pesar

jueves, 7 de abril de 2011

Shape of language.

It's just that TIME meant SO MUCH MORE with you.

Every second

                    was
f

i

l

l

e

d
            with the promise of a day.

miércoles, 6 de abril de 2011

La cucaracha, la cucaracha...

Hay una cucaracha en mi cuarto. Parece ridículo el efecto que ha logrado en mí desde su aparición, pero lo cierto es que mi repugnante compañera ni siquiera necesita mostrarse para lograr trastornarme. Siento su presencia aquí dentro, contaminando los rincones oscuros de la habitación. Mi cuerpo se contrae en ademanes de rechazo, combatiendo el miedo irracional que poco a poco logra apoderarse de mis sentidos, manipulándolos a su capricho. Está aquí, aunque no la vea. Corroe lo que es puro, lo que es bueno. Busca refugio cuando tengo los brazos levantados, los puños apretados; cuando mi grito desafiante perfora la habitación sobreponiéndose al miedo. Y luego, cuando pienso que la batalla ya está ganada y bajo la guardia con cierta satisfacción (aunque nunca arrullada por el suave ronroneo del sosiego), la pequeña bastarda logra escabullirse desde las profundidades hasta apoderarse de mí una vez más, hasta doblegar mi voluntad. Y sé que no descansará hasta tenerme. No descansará hasta que mis miembros expuestos la inviten a trepar hasta mi pecho y anidar ahí de una vez por todas.

Bueno, pues, será que alguien mejor le avise que tengo Raid y sé cómo usarlo.

(Hubo otros, quizás más serios textos inspirados por mi ilustre compañera, pero serán temas mejor ilustrados en vehículos más nobles. Muchos recuerdos, muchas imágenes, ¿quién lo diría, eh?)

martes, 5 de abril de 2011

Como casa encantada

soy.
espíritu inquieto
entre paredes mohosas
abandonado en desuso
como casa encantada

de cuerpo vacío y traslúcido
vagando sin dirección,
ni alivio,
ni olvido

los furiosos portazos
(que parecen del viento)
sin salida,
sin salida.