martes, 22 de noviembre de 2011

Parque de atracciones.

Hubo un día, tiempo atrás, en que mi presente era utopía. Un día en que imaginarte era lo más parecido que podía lograr a tenerte. Un día en que soñar era mejor que estar despierta. No recuerdo casi esos días, pero sé que los hubo.Y sin embargo, cada uno de esos oscuros días se me antoja en retrospectiva, hermoso en sí mismo, cada uno dotado de una incuestionable magia. Cada uno parte de una historia que debía ser contada, cada uno una de estas palabras, cada semana una oración en la más calculada prosa, cada mes un párrafo que encerraba mi yo en espacios temporales que se llenaban con significantes vacuos, desprovistos de literatura, como las instrucciones de un electrodoméstico que ni siquiera llegan a dejar la caja.

Sí, cada uno tan prolijo y ordenado como el párrafo que antecede.

Hasta ti.

Eras tú, la que llegabas y todo lo habías cambiado.

ahora podía ver
-sin cerrar siquiera mis dos esferas hipnotizadas-
tus piecitos danzantes
escapándose por entre las sábanas
tu hilera de chiclets mentolados
asomándose por entre los
trampolines escarlatas de tus labios

ahora podía no solo ver,
podía regocijarme
en tu parque de atracciones
(adiós Disney, otra vez será)
y deslizarme por la suave curva de tu rostro

Tú, tú, tú,
tú habías llegado
a gobernar sobre el orden,
a conquistar un descampado,
tú habías llegado
y contigo el magnifico caos
de los cuerpos que bailan al ritmo de la poesía.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi constante.

En la furia irrevocable,
de mis estados alterados,
-absolutamente impermeable-
hay solo una cosa
que me trae de vuelta:
tu inagotable ternura.
Tú,
mi constante.