jueves, 1 de julio de 2010

Alteradas perspectivas.

No, no había por qué lamentarse. Después de todo, se había dado vuelta. Sí, es cierto que él lo había hecho primero, pero mientras perduró su mirada clavada en esa elegante nuca, ella se había dado vuelta. Le sonreí, pero ella a mí no. Había pestañeado pausadamente y con deliberación, en un gesto de cruel complacencia. Había querido indicar indiferencia con esa mueca, pero él sabía que no era así. Le importaba. Después de todo, se había dado vuelta.

Siguió caminando con las manos en los bolsillos, ligeramente encorvado, mirando la vereda manchada, llena de esas sombras que dejaban los chicles que habían sido escupidos sin más, cuando ya no tenían gusto, que habían sido saboreados con deleite en un momento, para ser repudiados luego, cuando se hubieran tornado aburridos, despojados ya de ese gusto fresco y novedoso del principio; y ahora una masa pegajosa adherida al sucio pavimento, incolora, sin gracia, pisoteada por su figura alta y esbelta, y ahora ya ni eso, sino una sombra, insignificante, una sombra que ya nadie notaba. Pero ella se había dado vuelta.

No lo hará enseguida, claro, sería ridículo siquiera considerarlo. Ojalá lo hiciera. Yo no puedo, está en sus manos. Pero le importaba. Se sentó en el desvencijado sillón sumido en la oscuridad. Una vez más, sus manos juguetearon con el celular en su bolsillo. Lo tomó en sus manos y comprobó que no había mensajes. Nada. Esto es normal. Lo dejó en la mesa y lo observó hasta que su tenue luz se había apagado. Finalmente, se quedó dormido.

Estaba en la fila del supermercado de la esquina de su casa, que parecía mucho más grande de lo usual. Solo quería cigarrillos. Detrás suyo estaba su tía con un carrito lleno de cajas de Mac & Cheese. Vestía su horrenda bata floreada. No alcanzaba a ver a todos quienes tenía adelante. Su impaciencia crecía. No puedo salirme ahora, ya he esperado mucho rato, no quiero que sea en vano.

Se despertó sobresaltado. Sonaba. Con el corazón casi saliéndosele del pecho, tomó el celular que vibraba en la mesita. No lo apagó en seguida. Lo dejó chirriar un buen rato, hasta que se extinguió solo. Se mordió el labio con fuerza y contuvo la respiración. Tenía que darse una ducha.

3 comentarios:

  1. Es como que se me da por leer tus publicaciones pero no las logro entender... Son biografías, cuentos, historias, creaciones de tu imaginación, cosas que te cuentan, cual es la cuestion de este blog... porque no lo entiendo :(

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  2. disculpame el atrevimiento, pero te estás yendo al carajo escribiendo.
    Cada texto que subís supera al anterior (a mi humilde entender claro).
    Muy bueno Scarlett

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  3. Nachito, te lo cuento cuando nos veamos. :D

    GonSaa: Bueno, qué atrevimiento ni atrevimiento, qué lindo que pienses eso. Muchas gracias. :)

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