martes, 6 de octubre de 2009
Ojalá pudiera respirar bajo el agua.
Ojalá pudiera. Ojalá pudiera aguantar la respiración, por unos minutos. Ojalá llevara en mi espalda un tanque de oxígeno. Tuve uno, creo. Ya no. Se me acabó y solo puedo resistir apenas unos segundos. Unos minutos debajo del agua. Tomo una bocanada de aire y me zambullo con energía. Las primeras gotas que acarician mi cara, son quizás las más excitantes. Anuncian sonrientes la belleza que yace allí debajo. Unos minutos abajo del agua. Los mejores de mi vida. Allí tan solo me pesaba el tanque en la espalda. Pero nadaba entre suavidad y encanto. Era sublime. "Podría morir aquí", pensaba. Era cuestión de aguantar un poco más.
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