- Acaso tú no lo entiendas... Es que, tengo apuro por vivir.
En seguida que pronunció estas palabras se arrepintió de su imprudencia. Ahora hallábase desnudo y feo, en una habitación fría, rodeado de modelos en ropa de diseñador. Incluso mis metáforas internas son malas..., y bueno, ¿qué le voy a hacer? Su amigo lo miraba sorprendido, mientras él fijaba la vista en un punto distante forzadamente, pretendiendo estar pensando en otra cosa y deseando que la conversación terminase.
- ¿Qué esperas, entonces?
Todavía en su fingido ensimismamiento, podía sentir como los oscuros ojos de Federico se clavaban en los suyos, expectantes. Podía sentir la satisfacción que sentía su amigo al haber preguntado lo justo, con un aire de condescendencia, aunque, debía admitir, desprovisto de malicia. Tú no lo entenderías, ¿para qué explicarlo? Ojalá fuera tan sencillo. Dios, incluso tener que explicárselo ahora, a él, que qué sabe, y... es el colmo.
- ¿Eh?
- Nada, no importa. No es fácil. Para ti es distinto, tú eres... Nuestras circunstancias son distintas, yo qué sé.- Y luego, tras ver que su amigo seguía insistiendo: Lleva mucho trabajo ser feliz, demasiado esfuerzo. Y... todavía no estoy seguro de que "ser feliz" sea lo mejor que uno puede hacer con su vida, ¿sabes? Hay cosas más grandes, más importantes. Hay cosas transcendentales. Hay cosas que transcienden de mí y si puedo llegar a una de ellas, si puedo, transcender de mí de alguna forma que importe, ahí, bueno, ¿qué importa si fui feliz o no? No quiero acabarme en mí. No quiero perecer en mi individualidad. Creo que es lo peor que me podría pasar.
- ¿Y eso qué tiene que ver con lo primero que dijiste? ¿Por qué decís que "lleva mucho trabajo"? ¿Cómo va a haber algo más importante que "ser feliz"?
Parpadeó pesadamente escuchando las preguntas insaciables de Federico. Ya habían tenido conversaciones similares. Al principio había apreciado el afán de su amigo por ayudar, y ahora... No es que me moleste. Yo sé que lo hace con buena intención.
- Sí, qué estupidez. Nada, déjalo, estoy muy cansado y estoy hablando tonterías. ¿Al final qué pasó con Lucía? Yo los vi bastante entusiasmados el uno con el otro anoche...
Quince minutos después, los amigos se despedían en la parada del ómnibus. Había decidido no volver caminando esa noche, estaba muy cansado. También decidió ir sentado, y no parado en el fondo como siempre. Al principio se entretuvo mirando a las personas que iban subiendo, tratando de encontrar en los ojos de alguna chica eso que andaba buscando, pero pronto se distrajo y su mirada vacía recayó en sus manos apoyadas sobre sus rodillas. Volvió en sí demasiado tarde: se había pasado varias paradas y tuvo que recorrerlas caminando.
viernes, 24 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
y, por sobre todas las cosas...
[lo primero al despertar y lo último antes de quedarme dormida]
ya no un nexo entre el consciente y el mundo de los sueños
ya no algo tangible
las mañanas encandiladas
y las noches acunadas
habían dado paso
a los temblores matutinos
a los rayos de luz fría anunciando el nuevo día
que corre inexorable hacia las sombras
guardianas de la más indolente de las desidias
ya no un nexo entre el consciente y el mundo de los sueños
ya no algo tangible
las mañanas encandiladas
y las noches acunadas
habían dado paso
a los temblores matutinos
a los rayos de luz fría anunciando el nuevo día
que corre inexorable hacia las sombras
guardianas de la más indolente de las desidias
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martes, 14 de septiembre de 2010
Sublevación interior.
resignarse
a ser
un mal recuerdo
nada más que una
cruel pesadilla
en el sueño ligero
de una noche perfecta
o peor
ser
chiste amargo
de los días de risa
la imagen plena
de la condescendiente evocación
resignarse
a no solo perder
los superlativos de antaño
perder
la nostálgica sonrisa
la extraña añoranza
esporádica
el pinchazo en el vientre
ante inexorable provocación
nunca más
las lágrimas dulces
nunca más
no más
a ser
un mal recuerdo
nada más que una
cruel pesadilla
en el sueño ligero
de una noche perfecta
o peor
ser
chiste amargo
de los días de risa
la imagen plena
de la condescendiente evocación
resignarse
a no solo perder
los superlativos de antaño
perder
la nostálgica sonrisa
la extraña añoranza
esporádica
el pinchazo en el vientre
ante inexorable provocación
nunca más
las lágrimas dulces
nunca más
no más
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sábado, 11 de septiembre de 2010
que así sea, pues es para lo mejor.
por qué tengo que extrañar gente? por qué siempre lo mismo? lo mismo qué, ya ni sé. pero es como si siempre me faltara algo. siempre tengo un vacío. siempre una añoranza. por alguien del pasado. por alguien que aún no ha llegado. nunca contenta conmigo misma. no. es como si hubiese sido programada de esta forma, una mitad, un medio de algo, y esté para siempre buscándolo. por momentos pensé haberlo encontrado. por momentos ese vacío fue llenado. y fui feliz. por un instante lo fui. con ella. ves? para qué pensar en ello? lo sabía antes de darle rienda suelta. sabría que llegarían. las que empañan mis ojos. pensar en ti. en tú que estás en una habitación blanca. podría acercarme a esas paredes. podría apoyar mi oído en el cuarto contiguo y contener la respiración y esperar a recibir un sonido que provenga de ti. y tratar de imaginármelo en mi cabeza. cómo te ves ahora. en qué posición estás. tu flequillo. todo. tratar de unir tus sonidos a mis fantasías. un suspiro, quizás. un suspiro que provenga de pensar en mí. de que me extrañes, quizás. de que tú ahí adentro, acostada entre las paredes blancas pienses en mí un día. e imagines qué estoy haciendo. e imagines que estoy del otro lado de la pared, esperando. y te acerques a esa pared y apoyes tu mano allí mismo, donde estoy yo. y sentir del otro lado como esas hermosas manos pálidas se apoyan sobre mí. casi. luego te sentirás tonta. y yo también. y yo volvería a mi casa, y tú a tu cama. pero por un momento, fuimos tú y yo otra vez. o casi. lo más cerca que volveremos a estar nunca más.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Magia.
Era un mundo de infinitas posibilidades,
de sueños y aventuras fundidas;
como la línea del horizonte
en esa noche de cuerpos
desnudos sumergidos en la imposible oscuridad
salpicada de destellos de luz,
eso que tú me enseñaste,
y que veía por primera vez,
disfrutaba devolver el brillo de la luna,
esa que tú me señalaste un día,
cuando su tamaño yo no creía,
y que busqué por cuadras y cuadras
hasta que por fin apareció y vi,
que tenías razón esa vez y luego tantas otras,
y así debía ser,
puesto que tú habías fabricado un mundo para mí,
cuyos límites se expandían al ritmo de tu portentoso caminar,
que a la vez lo creaban y lo regían,
sí, fuiste soberana,
del universo de una misma anatomía,
de sobres de dormir por camas
y velas en el pavimento,
de bailes de supermercado
y canciones [prefe]ridas,
habían quedado atrás los días oscuros que nos vestían,
la añoranza por el sueño de dormida,
ahora despertaba en besos de mil colores
y soñaba todo el día,
pues como dijo Blanche,
yo no quiero realismo,
quiero magia,
y tú eres magia en anarquía.
de sueños y aventuras fundidas;
como la línea del horizonte
en esa noche de cuerpos
desnudos sumergidos en la imposible oscuridad
salpicada de destellos de luz,
eso que tú me enseñaste,
y que veía por primera vez,
disfrutaba devolver el brillo de la luna,
esa que tú me señalaste un día,
cuando su tamaño yo no creía,
y que busqué por cuadras y cuadras
hasta que por fin apareció y vi,
que tenías razón esa vez y luego tantas otras,
y así debía ser,
puesto que tú habías fabricado un mundo para mí,
cuyos límites se expandían al ritmo de tu portentoso caminar,
que a la vez lo creaban y lo regían,
sí, fuiste soberana,
del universo de una misma anatomía,
de sobres de dormir por camas
y velas en el pavimento,
de bailes de supermercado
y canciones [prefe]ridas,
habían quedado atrás los días oscuros que nos vestían,
la añoranza por el sueño de dormida,
ahora despertaba en besos de mil colores
y soñaba todo el día,
pues como dijo Blanche,
yo no quiero realismo,
quiero magia,
y tú eres magia en anarquía.
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domingo, 5 de septiembre de 2010
luto.
estoy cansada.
no puedo hacerles frente.
a esos ojos que denuncian,
a ese odio incalculable.
la rutina del vértigo.
la gravedad que se agrava.
mi cuerpo encogido
como si buscara ovillarse.
la bondad de los extraños.
la compasión de los blancos.
las puertas que se abren para ellos,
y que se cierran para mí.
tus deseos son órdenes.
(¿no lo fueron siempre?)
mi corazón en un puño.
no queda nada por esperar,
se me escapó por entre los dedos,
ya no queda nada,
ni el sosiego de la mirada conocida,
ni el abrazo que reparta la congoja,
ya no queda nada,
(para mí) no queda nada.
no puedo hacerles frente.
a esos ojos que denuncian,
a ese odio incalculable.
la rutina del vértigo.
la gravedad que se agrava.
mi cuerpo encogido
como si buscara ovillarse.
la bondad de los extraños.
la compasión de los blancos.
las puertas que se abren para ellos,
y que se cierran para mí.
tus deseos son órdenes.
(¿no lo fueron siempre?)
mi corazón en un puño.
no queda nada por esperar,
se me escapó por entre los dedos,
ya no queda nada,
ni el sosiego de la mirada conocida,
ni el abrazo que reparta la congoja,
ya no queda nada,
(para mí) no queda nada.
jueves, 2 de septiembre de 2010
Alístate, necesitamos jóvenes como tú.
Serás tú quien deba elegir. Elige tu propia pesadilla. Decide, pues, y condénate; condénalos. Obligada a tomar la misma nefasta decisión, las mismas siempre; entrecerrando los ojos y echando ligeramente atrás el cuerpo al presionar el gatillo: un instante nada más. Y luego el recorrido interminable de la bala. Y los gritos de amotinamiento. ¿Cómo pudiste? Y el impacto. Y, qué esperas, entonces: ¡dispara otra vez!
Y al final no habrá quien te absuelva. Nadie que te condene. Para siempre sola, frente al espejo: esclavo de tus ojos. No habrá quien te arrope antes de ir a dormir ni quien ahuyente tus pesadillas con un beso en la frente. No basta con ser una coleccionista de errores, de perdones, no basta con apilarlos en altas columnas y desempolvarlos de vez en cuando. No bastan los soliloquios narcisistas. No bastan sus discursos. Todavía descansa fría en tu mano, colgándote de los dedos. No se caerá, claro. Te pertenece, verdugo. Después de todo, cumplías con los requisitos. Ahí están las voces otra vez. ¿Lista? Apunta y dispara. ¡Bum!
Y al final no habrá quien te absuelva. Nadie que te condene. Para siempre sola, frente al espejo: esclavo de tus ojos. No habrá quien te arrope antes de ir a dormir ni quien ahuyente tus pesadillas con un beso en la frente. No basta con ser una coleccionista de errores, de perdones, no basta con apilarlos en altas columnas y desempolvarlos de vez en cuando. No bastan los soliloquios narcisistas. No bastan sus discursos. Todavía descansa fría en tu mano, colgándote de los dedos. No se caerá, claro. Te pertenece, verdugo. Después de todo, cumplías con los requisitos. Ahí están las voces otra vez. ¿Lista? Apunta y dispara. ¡Bum!
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