No me duele,
eso ya lo sabes,
has sentido frío a mi sombra
y has visto en mis ojos nada más que tu reflejo,
no me tocas, pues, no me afecta, no me duele,
has visto esto y más y sin embargo, poco has visto,
has visto mi encierro,
te has encontrado con mi indiferencia,
aquel día, en aquel rincón iluminado, con aquella audiencia tan inquieta,
y así y allí, creíste verlo todo y sellaste la puerta;
pero veme aquí ahora, y veme de una vez,
ve como el hielo se derrite en mis ojos como pozos,
velos henchirse hasta desbordarse
y ve cómo me ahogo
ve mi mano asomarse,
entre las mareas tempestuosas,
y ve cómo te llama,
de una vez,
para que sepas
que sí me duele,
y eso ya nunca lo sabrás.
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