Llamarte por tu nombre,
llamarte por tus mil nombres,
nombres de unas horas,
nombres de siempre;
llamarte en voz alta,
en mi voz, tu nombre,
en mis labios, en mi boca,
tus nombres, besarte,
besar tus nombres
y llamarte,
y así en mis oídos,
bailando, tu nombre,
siempre me gustó tanto,
allí, tú allí, con tus mil nombres,
tu boca, allí,
besos y canciones apelativas,
que comienzo a olvidar,
a veces;
quiero guardarlos todos,
todos tus nombres y todas sus historias,
todos mis nombres tuyos y todos tus nombres míos,
todos a través de los años,
ya, sí, plural,
todos los que ya no habrán,
guardarlos todos,
y no pensar jamás, en tus nombres otros,
tus nuevos nombres en otras bocas,
tus nuevos besos,
jamás,
jamás tu nombre en boca ajena,
tu nombre es mío,
tus nombres míos, mis nombres tuyos,
jamás olvidar.
miércoles, 25 de agosto de 2010
sábado, 21 de agosto de 2010
Clair de lune.
Entre los cuerpos que se amontonaban como bestias,
cantándole himnos al sol,
encontrábanse dos lunas,
que me miraban omnipresentes.
No paraban ante nada,
ni ante nadie se cohibían,
buscaban quizás una traba,
pero fascinada, les rehuía.
Las había visto fugaz pues al alba encandilaban,
pero pronto me atreví más
y cediendo a su hechizo,
capturar su luz, fue mi mandato.
Pronto el reloj sentenció el ocaso,
y las bestias ya cansadas preparáronse para ir,
entre ellas me encontraba;
encadenada al encantamiento
de las poderosas lunas
que desaparecían sin se despedir.
cantándole himnos al sol,
encontrábanse dos lunas,
que me miraban omnipresentes.
No paraban ante nada,
ni ante nadie se cohibían,
buscaban quizás una traba,
pero fascinada, les rehuía.
Las había visto fugaz pues al alba encandilaban,
pero pronto me atreví más
y cediendo a su hechizo,
capturar su luz, fue mi mandato.
Pronto el reloj sentenció el ocaso,
y las bestias ya cansadas preparáronse para ir,
entre ellas me encontraba;
encadenada al encantamiento
de las poderosas lunas
que desaparecían sin se despedir.
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viernes, 20 de agosto de 2010
... and the feeling of endless possibilites.
Basta, esta canción es tan divertida.
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martes, 17 de agosto de 2010
The Big F.
De repente, ahí está;
llega sin aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperada;
mas llega de repente,
como el frío del agua al zambullirse en el océano,
frío para el que nunca se está preparado,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(¿y a quién le gustan las sorpresas, después de todo?)
también ella es así,
casi brutal en su espontaneidad,
casi incoherente,
llega así, incomprendida,
y tú absolutamente convencida,
extática,
empapada en el hermoso absurdo,
aliviada pues ha llegado para quedarse,
(¿quién podría abandonarte?)
y será tuya para siempre,
sí;
de repente, ya no está,
desaparece sin previo aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperable;
mas se va de repente,
como el frío del agua al nadar por un momento,
frío que antes no parecía querer irse más,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(y claro, a ti no te gustaban las sorpresas)
llega sin aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperada;
mas llega de repente,
como el frío del agua al zambullirse en el océano,
frío para el que nunca se está preparado,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(¿y a quién le gustan las sorpresas, después de todo?)
también ella es así,
casi brutal en su espontaneidad,
casi incoherente,
llega así, incomprendida,
y tú absolutamente convencida,
extática,
empapada en el hermoso absurdo,
aliviada pues ha llegado para quedarse,
(¿quién podría abandonarte?)
y será tuya para siempre,
sí;
de repente, ya no está,
desaparece sin previo aviso,
sin plan previo,
aunque a veces, las pocas,
esperable;
mas se va de repente,
como el frío del agua al nadar por un momento,
frío que antes no parecía querer irse más,
frío que sin embargo nunca llega a ser despiadado,
sino un poco cruel,
por sorprendernos
(y claro, a ti no te gustaban las sorpresas)
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jueves, 12 de agosto de 2010
Bat for Lashes - Sarah
Básicamente estuve todo el día escuchando esta canción en repeat. Tiene un sonido tan atmosférico y sensual y me hice muy la copada mientras la escuchaba en el ómnibus porque me hacía sentir sexy [/lameconfession].
miércoles, 11 de agosto de 2010
not yet.
ella
ella, la innombrable,
ella tiene mil nombres y a la vez ninguno,
ella podrá ser [E]lla en las tardes vacías de agosto,
nada más,
ella, al alzar la mirada mientras tus pesadas botas negras machacan el resto de tu cigarrillo,
ella,
ella sin importancia,
ella sin importancia,
ella a quien tú podrás hacer Ella,
ella, como cualquiera, Ella
ella, no es Ella,
no aún, no Ella,
Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella,
ella, la innombrable,
ella tiene mil nombres y a la vez ninguno,
ella podrá ser [E]lla en las tardes vacías de agosto,
nada más,
ella, al alzar la mirada mientras tus pesadas botas negras machacan el resto de tu cigarrillo,
ella,
ella sin importancia,
ella sin importancia,
ella a quien tú podrás hacer Ella,
ella, como cualquiera, Ella
ella, no es Ella,
no aún, no Ella,
Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella, Ella,
viernes, 6 de agosto de 2010
recuerdo del día en que llegó
negro, infinito
pues lo era todo
oscuros los días
envuelta en la penumbra
amiga de las sombras
esperé
ceguera espesa, negra
negros mis sueños
extraño anhelo de lo extraño
blanco etéreo
cristalino
ceguera lúcida, blanca
vi
mil colores
sueños de luz
baile en las nubes
el ojo de la tormenta
mas más cerca del cielo eterno
[caí]
pozo, negro
veo negro
sueños de luz y colores y bailes
pues lo era todo
oscuros los días
envuelta en la penumbra
amiga de las sombras
esperé
ceguera espesa, negra
negros mis sueños
extraño anhelo de lo extraño
blanco etéreo
cristalino
ceguera lúcida, blanca
vi
mil colores
sueños de luz
baile en las nubes
el ojo de la tormenta
mas más cerca del cielo eterno
[caí]
pozo, negro
veo negro
sueños de luz y colores y bailes
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martes, 3 de agosto de 2010
La niña de los caramelos de colores.
La pequeña niña siempre llevaba los bolsillos repletos de caramelos. En realidad a ella no le gustaban demasiado, pero sabía que a la mayoría de la gente sí, y contaba con ellos para hacerse más simpática. No era de hablar mucho; más bien era de esas niñas serias, de ojos puros y mirada adulta, que habían visto en sus cortos años cosas que habían acabado con la sencillez propia de la edad, pero que no habían logrado mancillar su candor y tierna ingenuidad.
Aquel día su tía -quien la iba a buscar todos los días al colegio- se tardaba más en llegar que de costumbre. Solía esperar entre veinte y treinta minutos, pero ese día demoró el doble. Las primeras semanas de espera, las había transcurrido sentada en las escaleras, observando al reducido grupo de niños que también debía esperar largo rato luego de finalizadas las clases a que vinieran por ellos. Algunos jugaban ping-pong, un juego que a ella se le hacía muy divertido, pero que le daba vergüenza jugar entre los relegados de las tardes de escuela. Eran casi todos varones; hoscos, con las cajitas fluorescentes de los aparatos colgándoles del cuello, groseros y brutos, todos. El más grande de todos, Bruno, era también el más inhumano. Casi la doblaba en estatura. La atemorizaba, su forma de hablar gritando, sus modos impetuosos, su andar rudo y su mirada sádica. También le daba lástima.
La fascinaba ese personaje desalmado, feroz. Sentía deseos de acercársele, no sabía bien por qué. Luego se había dado cuenta de que quería encontrar su dulzura, quería domar a la fiera, quería templar un alma despiadada y sentir su calor. Lo observó durante meses, sentada en las frías baldosas de la escalera. A veces lograba intercambiar algunas palabras con la bestia, y notó que a ella la trataba con más cordialidad que al resto. Esto la alegró. De vez en cuando lo convidaba con algún caramelo, y él le devolvía una sonrisa repleta de metal.
Ese día el frío del invierno había amainado un tanto, y los niños, entre ellos Bruno, salieron al patio de enfrente a jugar. La pequeña niña llegó unos minutos más tarde, cuando todos estaban ya enfrascados en sus juegos. Buscó a Bruno con la mirada y lo encontró arrodillado en el suelo, concentrado en un punto fijo del pavimento, pero no podía discernir en qué. Se acercó y lo vio rascando un chicle mugriento que había estado pegado al piso quien sabe por cuánto tiempo. Apoyó apenas su diminuta mano en la imponente espalda del chico:
- ¿Qué hacés? -preguntó con timidez.
- Saco el chicle... -devolvió sin darse vuelta. Y tras una pausa, se incorporó por un momento y le dijo -si querés te convido.
La pequeña niña trató de contener un gesto de desagrado, sin demasiado éxito, pero Bruno lo notó. Pareció entristecerse, pero pronto reanudó su tarea. La pequeña niña, totalmente desconcertada, lo volvió a tocar levemente en la espalda, y le ofreció un caramelo.
- No, quiero chicle.
- Dale, tengo uno de sandía.
- ¡No! Te dije que quiero un chicle.
- Pero es un asco eso, Bruno.
- ¡No es un asco! ¡Callate, estúpida!
- Sí, es un asco, está todo pisoteado y sucio...
Al principio no sintió dolor. Luego pudo notar como cada milímetro de su cabeza parecía estar siendo tirado de diez mil anzuelos que halaban sin cesar, y al otro lado los dedos gruesos de uñas cortas y negras del animal, que cinchaba desenfrenado, que corría a toda velocidad de un lado a otro del patio, la mano apretando los cabellos rubios, el pequeño cuerpecito lacerado que lo seguía como un perro callejero, y los caramelos de todos colores desparramados por el piso, repudiados.
Aquel día su tía -quien la iba a buscar todos los días al colegio- se tardaba más en llegar que de costumbre. Solía esperar entre veinte y treinta minutos, pero ese día demoró el doble. Las primeras semanas de espera, las había transcurrido sentada en las escaleras, observando al reducido grupo de niños que también debía esperar largo rato luego de finalizadas las clases a que vinieran por ellos. Algunos jugaban ping-pong, un juego que a ella se le hacía muy divertido, pero que le daba vergüenza jugar entre los relegados de las tardes de escuela. Eran casi todos varones; hoscos, con las cajitas fluorescentes de los aparatos colgándoles del cuello, groseros y brutos, todos. El más grande de todos, Bruno, era también el más inhumano. Casi la doblaba en estatura. La atemorizaba, su forma de hablar gritando, sus modos impetuosos, su andar rudo y su mirada sádica. También le daba lástima.
La fascinaba ese personaje desalmado, feroz. Sentía deseos de acercársele, no sabía bien por qué. Luego se había dado cuenta de que quería encontrar su dulzura, quería domar a la fiera, quería templar un alma despiadada y sentir su calor. Lo observó durante meses, sentada en las frías baldosas de la escalera. A veces lograba intercambiar algunas palabras con la bestia, y notó que a ella la trataba con más cordialidad que al resto. Esto la alegró. De vez en cuando lo convidaba con algún caramelo, y él le devolvía una sonrisa repleta de metal.
Ese día el frío del invierno había amainado un tanto, y los niños, entre ellos Bruno, salieron al patio de enfrente a jugar. La pequeña niña llegó unos minutos más tarde, cuando todos estaban ya enfrascados en sus juegos. Buscó a Bruno con la mirada y lo encontró arrodillado en el suelo, concentrado en un punto fijo del pavimento, pero no podía discernir en qué. Se acercó y lo vio rascando un chicle mugriento que había estado pegado al piso quien sabe por cuánto tiempo. Apoyó apenas su diminuta mano en la imponente espalda del chico:
- ¿Qué hacés? -preguntó con timidez.
- Saco el chicle... -devolvió sin darse vuelta. Y tras una pausa, se incorporó por un momento y le dijo -si querés te convido.
La pequeña niña trató de contener un gesto de desagrado, sin demasiado éxito, pero Bruno lo notó. Pareció entristecerse, pero pronto reanudó su tarea. La pequeña niña, totalmente desconcertada, lo volvió a tocar levemente en la espalda, y le ofreció un caramelo.
- No, quiero chicle.
- Dale, tengo uno de sandía.
- ¡No! Te dije que quiero un chicle.
- Pero es un asco eso, Bruno.
- ¡No es un asco! ¡Callate, estúpida!
- Sí, es un asco, está todo pisoteado y sucio...
Al principio no sintió dolor. Luego pudo notar como cada milímetro de su cabeza parecía estar siendo tirado de diez mil anzuelos que halaban sin cesar, y al otro lado los dedos gruesos de uñas cortas y negras del animal, que cinchaba desenfrenado, que corría a toda velocidad de un lado a otro del patio, la mano apretando los cabellos rubios, el pequeño cuerpecito lacerado que lo seguía como un perro callejero, y los caramelos de todos colores desparramados por el piso, repudiados.
lunes, 2 de agosto de 2010
El 2009 en fotos.
Mi abuelo es de esas personas que se aburren con facilidad, digamos, cuando no están haciendo negocios inmobiliarios forzando a sus parejas a mudarse una vez que empiezan a sentirse cómodas en su nuevo hogar, o comprando cantón china en la feria de Tristán Narvaja. Pero eso no le sucede más, ahora que se compró una computadora. Por supuesto que en mí recayó la ardua tarea de enseñarle a usarla, en un mundo donde la diferencia entre el click y el doble click es algo incomprensible. En fin, la usa para dos cosas: el solitario (spider, no sé bien por qué) y el mail.
Sí, mi abuelo es responsable del 80% de mails que recibo por día. ¿En qué consisten estos mails? Forwards de cadenas, oh yes. Aquello que dejé atrás en los días de hotmail y prepubertad ha regresado. Pero no es cualquier persona, no puedo decirle que pare o simplemente ignorar sus mails o filtrarlos para que vayan directo a la papelera. Cada vez que nos vemos me hace un mini test para ver si los vi y yo, como buena nieta, no quiero herir sus sentimientos, así que de vez en cuando abro alguno cuyo título suene pasable, y le contesto comentando qué me pareció. Él afirma que selecciona algunos especialmente para mí porque tengo un gusto "particular" y que no me envía todo lo que le llega (¡gracias a los astros!), y debo decir que más de una vez fui gratamente sorprendida.
De cualquier forma, en mí suele morir la cadena, pero hoy decidí compartir con ustedes una que me mandó hace poco con las mejores fotos del año 2009 según el Denver Post. Realmente hay algunas muy buenas:
Acá están todas.
Sí, mi abuelo es responsable del 80% de mails que recibo por día. ¿En qué consisten estos mails? Forwards de cadenas, oh yes. Aquello que dejé atrás en los días de hotmail y prepubertad ha regresado. Pero no es cualquier persona, no puedo decirle que pare o simplemente ignorar sus mails o filtrarlos para que vayan directo a la papelera. Cada vez que nos vemos me hace un mini test para ver si los vi y yo, como buena nieta, no quiero herir sus sentimientos, así que de vez en cuando abro alguno cuyo título suene pasable, y le contesto comentando qué me pareció. Él afirma que selecciona algunos especialmente para mí porque tengo un gusto "particular" y que no me envía todo lo que le llega (¡gracias a los astros!), y debo decir que más de una vez fui gratamente sorprendida.
De cualquier forma, en mí suele morir la cadena, pero hoy decidí compartir con ustedes una que me mandó hace poco con las mejores fotos del año 2009 según el Denver Post. Realmente hay algunas muy buenas:
Acá están todas.
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