Fin del mundo,
Fin libertador,
quítame este velo enceguecedor,
déjame entregarme, una vez más,
a esa hermosa fantasía hasta el fin de nuestros días,
elimina esta maldita dieta de abstenciones,
¡aplaca los deseos que arden enérgicos en mi corazón!,
y evítame, por fin, el amargo sinsabor de la llegada de un nuevo día,
pues es solo ante ti, oh Fin liberador,
que me atrevo a despojarme, finalmente, de las ataduras de la mentira.
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