Esa vez no se despertó agitada, como era de costumbre. Se incorporó en la cama y murmuró para sí: ¡qué mediocre!, mientras una sensación de amargura se instalaba en su boca, para ya no dejarla en todo el día. No había tenido pesadillas esta vez. Esa lucha que usualmente delegaba a la noche parecía haberse resuelto en algún momento del día anterior. La extrañó esa nueva sensación, la de no tener que reponerse de la angustia semi-ficticia, y sin lugar a dudas, auto impuesta por algún rincón perturbado de su mente. Esta vez no tuvo que practicar la sonrisa en el espejo; se examinó extrañada y entendió que su cabello algo desaliñado no tendría arreglo esa mañana. Se resignó.
Qué mediocre. ¿Qué la había impulsado a decir algo así? Se esforzó por recordar si había alguien más en el sueño, alguien a quién decírselo, algo a qué atribuírselo, pero nada. Qué mediocre. ¿Sería ella? Ya estaba lejos del espejo, ¿cómo comprobarlo? Intentó mirarse en el reflejo del vidrio del ómnibus. Siempre le había gustado cómo se veía ahí. Su imagen opacada por las cortinas que ocultaban al conductor..., parecía difícil encontrarse defectos entre tanta oscuridad. No, salvo mi pelo, estoy bien.
Mediocre. ¿Lo estaba, estaba bien? Demasiado tarde para volverse a mirar allí. No había tiempo para más reflejos. Reflejos, verse por los ojos otros. Los otros ojos, aquellos que elegía con cuidado para que le devolvieran lo que quería ver. Eras tú, tonta. Era esto. Mediocre tú y esto y todo. Común, regular, gris, anodino. Gris, ¡intenta escaparte de la gama del infierno! No es posible. Mediocre no es tu sueño, eres tú, son tus ojos, por eso buscas los otros. Mírate al espejo una vez más: sonríe, mediocre.
Me pasa aveces algo parecido, en ciertos momentos, cuando pienso en cosas que hice, me digo en vos semi alta, ¡que idiota! luego de un rato me corrijo, porque son cosas que hice, y se que no hare mas. Así que luego me repito, ¡que idiota...fui!
ResponderBorrarEso hace la diferencia para seguir camino mas tranquilo y aprendiendo de los errores. Para que simplemente estos nos sean una carga eterna.
Abrazo fuerte
Gracias por el comentario, Jorge. Es que a mí parece que me cuesta desprenderme de las cosas. Pero de apoco se aligerará, supongo.
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